Escrituras
Isaías 51


Capítulo 51

En los últimos días, Jehová consolará a Sion y recogerá a Israel — Los redimidos irán a Sion en medio de gran gozo — Compárese con 2 Nefi 8.

1 Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová; mirad a la piedra de donde fuisteis cortados y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados.

2 Mirad a Abraham, vuestro padre, y a Sara, que os dio a luz; porque lo llamé a él cuando era uno solo, y lo bendije y lo multipliqué.

3 Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades, y convertirá su desierto en Edén y su soledad en huerto de Jehová; se hallarán en ella alegría y gozo, alabanza y voz de cántico.

4 Estad atentos a mí, pueblo mío, y oídme, nación mía, porque de mí saldrá la ley, y mi justicia para luz de los pueblos.

5 Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación y mis brazos juzgarán a los pueblos; en mí esperarán las islas, y en mi brazo pondrán su esperanza.

6 Alzad a los cielos vuestros ojos y mirad abajo a la tierra, porque los cielos se desvanecerán como el humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir; y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación será para siempre y mi justicia no perecerá.

7 Oídme, los que conocéis rectitud, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis afrenta de hombre ni tengáis miedo de sus ultrajes.

8 Porque como a vestidura los comerá la polilla, como a lana los comerá el gusano; pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación de generación en generación.

9 Despiértate, despiértate; vístete de poder, oh brazo de Jehová; despiértate como en el tiempo antiguo, en las generaciones pasadas. ¿No eres tú el que cortó en pedazos a Rahab y el que hirió al dragón?

10 ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasasen los redimidos?

11 Por tanto, volverán los redimidos de Jehová; irán a Sion cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas; obtendrán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán.

12 Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que será como el heno?

13 ¿Ya te has olvidado de Jehová, tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente el furor del que oprime, cuando se disponía a destruir? Mas, ¿dónde está el furor del que oprime?

14 El preso agobiado se da prisa para quedar libre; y no morirá en la fosa ni carecerá de su pan.

15 Pero yo soy Jehová tu Dios, que agito el mar y hago rugir sus olas. Jehová de los ejércitos es su nombre.

16 Y en tu boca he puesto mis palabras y con la sombra de mi mano te he cubierto, para extender los cielos, y fundar la tierra y decir a Sion: Pueblo mío eres tú.

17 Despierta, despierta, levántate, oh Jerusalén, que bebiste de la mano de Jehová el cáliz de su ira; hasta los sedimentos del cáliz de aturdimiento bebiste.

18 De todos los hijos que dio a luz, no hay quien la guíe; ni quien la tome de la mano, de todos los hijos que crio.

19 Estas dos cosas te han acaecido (¿Quién se condolerá de ti?): Asolamiento y destrucción, hambre y espada. ¿Quién te consolará?

20 Tus hijos desmayaron; estuvieron tendidos en las encrucijadas de todas las calles, como antílope en la red, llenos del furor de Jehová, de la ira del Dios tuyo.

21 Oye, pues, ahora esto, afligida y ebria, pero no de vino.

22 Así dijo Jehová, tu Señor y tu Dios, quien aboga por su pueblo: He aquí, he quitado de tu mano el cáliz de aturdimiento, los sedimentos del cáliz de mi furor. Nunca más lo beberás.

23 Y lo pondré en mano de tus angustiadores, que dijeron a tu alma: Póstrate para que pasemos por encima. Y tú pusiste tu cuerpo como suelo y como calle para los que pasaban.