La obra y el propósito de la Sociedad de Socorro

La Sociedad de Socorro prepara a las mujeres para las bendiciones de la vida eterna al aumentar la fe en el Padre Celestial y en Jesucristo y Su expiación; fortalecer a las personas, las familias y los hogares mediante las ordenanzas y los convenios; y trabajar en unidad para ayudar a los necesitados.

Aumentar la fe en el Padre Celestial, en Jesucristo y Su expiación

Presidente Russell M. Nelson

“A medida que estudien [el Libro de Mormón] con espíritu de oración, les prometo que los cielos se abrirán para ustedes. El Señor las bendecirá con mayor inspiración y revelación. Conforme lean, les aliento a marcar cada versículo que mencione o haga alusión al Salvador. Después, de manera consciente hablen de Cristo, regocíjense en Cristo y prediquen de Cristo con sus familias y amigos. Ustedes y ellos se acercarán más al Salvador mediante este proceso”.

Véase “La participación de las hermanas en el recogimiento de Israel”, Liahona, noviembre de 2018, págs. 69–70

Presidente Dallin H. Oaks

“Como siervo del Señor, les digo, jovencitas, que nuestro mundo necesita su bondad y amor. Sean amables las unas con las otras. Jesús nos enseñó que nos amáramos unos a otros y que tratásemos a los demás como queremos que nos traten. Cuando nos esforzamos por ser bondadosos, nos acercamos a Él y a Su amorosa influencia”.

Padres e hijos”, Liahona, noviembre de 2018, pág. 67

Fortalecer las personas, las familias y los hogares por medio de las ordenanzas y los convenios

Presidente Henry B. Eyring

“Sin embargo, cualesquiera que sean sus circunstancias personales, ustedes son parte —una parte importante— de la familia de Dios y de su propia familia, ya sea en el futuro, en este mundo o en el mundo de los espíritus. Su responsabilidad de parte de Dios es educar a tantos hijos de Él y miembros de la familia de ustedes como puedan con su amor y su fe en el Señor Jesucristo […].

Cada una de ustedes encontrará maneras de colaborar con la enseñanza de la verdad en sus familias en la Iglesia restaurada del Señor. Cada una de ustedes orará, estudiará y meditará para saber cuál será su contribución única, pero esto es lo que sé: cada una de ustedes, en yugo igual con los hijos de Dios, será una parte importante del milagro del aprendizaje y la vivencia del Evangelio que apresurará el recogimiento de Israel y preparará a la familia de Dios para el glorioso regreso del Señor Jesucristo”.

Las mujeres y el aprendizaje del Evangelio en el hogar”, Liahona, noviembre de 2018, págs. 59, 60

Presidente Russell M. Nelson

“Entonces, ¿qué se requiere para que una familia sea exaltada para siempre? Nos hacemos merecedores de ese privilegio al hacer convenios con Dios, al guardar esos convenios y al recibir ordenanzas esenciales.

Eso ha sido así desde el principio de los tiempos. Adán y Eva, Noé y su esposa, Abraham y Sara, Lehi y Saríah y todos los otros devotos discípulos de Jesucristo —desde que se creó el mundo— han hecho los mismos convenios con Dios. Han recibido las mismas ordenanzas que nosotros, como miembros de la Iglesia restaurada del Señor hoy en día hemos hecho: esos convenios que recibimos al ser bautizados y en el templo.

El Salvador invita a todos a seguirle a las aguas del bautismo y, con el tiempo, a hacer convenios adicionales con Dios en el templo y a recibir esas otras ordenanzas esenciales y ser fieles a ellas. Todo eso se requiere si deseamos ser exaltados con nuestra familia y con Dios para siempre”.

Ven, sígueme”, Liahona, mayo de 2019, págs. 89–90

Trabajar en unión para ayudar a los necesitados

Hermana Joy D. Jones

“Hermanas, testifico que, cuando Jesucristo, mediante todo el poder de Su expiación, obra sobre nosotras y en nosotras, Él comienza a obrar por medio de nosotras para bendecir a otras personas. Nosotras les prestamos servicio a ellas, pero lo hacemos al amar y servirlo a Él”.

Por Él”, Liahona, noviembre de 2018, pág. 52

Hermana Reyna I. Aburto

“Cuando los hijos de Dios trabajan juntos guiados por el Espíritu para tender una mano a los demás, ocurren milagros […].

Al trabajar unidos, nuestro propósito debe ser procurar y hacer la voluntad del Padre; nuestro incentivo debe ser el amor que sentimos por Dios y por el prójimo; y nuestro mayor deseo debe ser ‘trabaj[ar] diligentemente’, a fin de preparar el camino para el regreso glorioso del Salvador”.

Unánimes”, Liahona, mayo de 2018, págs. 79, 80