Días inolvidables

Por Por la hermana Elaine S. Dalton, presidenta general de las Mujeres Jóvenes

  • 27 Marzo 2013

La presidencia general de las Mujeres Jóvenes, Elaine S. Dalton, N. Mary. Cook y Ann M. Dibb, subieron a la cima de la montaña Ensign Peak para su primera reunión, donde la vista del Templo de Salt Lake les dio un objetivo y una visión de la obra.

Puntos destacados del artículo

  • Para nosotros es una época de apresuramiento y congregación.
  • El hogar puede ser el CCM donde los padres preparen a sus hijos para servir al Señor.
  • Para prepararse para futuras responsabilidades, las mujeres jóvenes pueden hacer historia familiar y la obra del templo; leer el Libro de Mormón; y ser dignas de reconocer, actuar y confiar en el Espíritu Santo.

“Debemos hacer hincapié en las cosas sencillas que se nos han pedido hacer en nuestros hogares, estudiar las Escrituras a diario, la oración personal, la oración familiar, la noche de hogar, la recreación sana y preparar a nuestros hijos al enseñarles las aptitudes que necesitarán para lograr el éxito lejos de casa”. —Elaine S. Dalton, presidenta general de las Mujeres Jóvenes

Hay una hermosa nota al pie de página que se encuentra en la Perla de Gran Precio. Está en José Smith—Historia 1:71. José Smith y Oliver Cowdery recién habían recibido el Sacerdocio Aarónico y se les había dicho que se bauticen el uno al otro. Oliver Cowdery fue la primera persona en ser bautizada con la debida autoridad en la dispensación del cumplimiento de los tiempos. La nota al pie de página de ese versículo dice: “Oliver Cowdery describe estos acontecimientos de la siguiente manera: ‘Estos fueron días inolvidables… y para siempre estimaré [la] expresión de la bondad del Salvador con asombro y gratitud’”. Desde ese día en 1829, la obra de la Iglesia ha avanzado hacia adelante con esplendor y gracia. Fue una época para establecer, aprender y descubrir. Para nosotros es una época de apresuramiento y congregación.

En el libro de Moisés, el Señor le enseña a Enoc: “Haré que la justicia y la verdad inunden la tierra como con un diluvio, a fin de recoger a mis escogidos de las cuatro partes de la tierra a un lugar que yo prepararé, una Ciudad Santa, a fin de que mi pueblo ciña sus lomos y espere el tiempo de mi venida; porque allí estará mi tabernáculo, y se llamará Sión, una Nueva Jerusalén” (Moisés 7:62).

Éstos son los últimos días y ha comenzado el “diluvio”. Consideren el Libro de Mormón. Se ha traducido en 82 idiomas y se han impreso más de 150 millones de ejemplares. El Libro de Mormón está inundando la tierra. Es una época emocionante el tener la confianza del Señor y participar en Su santa obra.

Al mismo tiempo que el Libro de Mormón llena la tierra, necesitamos misioneros para ayudar a enseñar sus verdades. Cuando escuché el anuncio del cambio en la edad misional durante la Conferencia General de octubre de 2012, estaba muy entusiasmada. Tuve la sensación de que debemos estar preparados cuando habla un profeta. Debemos ser dignos y responder a las impresiones del Espíritu Santo. Muchos jóvenes me expresaron que habían sentido susurros en el corazón, incluso antes de que se anunciara, de que debían aumentar su preparación. Eso se llama “apresuramiento”. Los jóvenes lo sienten. Se los llama a servir de muchas maneras. Creo que el presidente Thomas S. Monson está diciendo a la juventud: “¡Confiamos en ustedes. Sabemos quiénes son. Ustedes tienen una obra maravillosa que llevar a cabo!”.

Padres, sus hogares pueden ser centros de capacitación misional. Los hogares pueden ser los centros de historia familiar. Los hogares pueden ser un refugio contra las tormentas del mundo. Esto da una oportunidad maravillosa directamente sobre nuestros hombros para fortalecer a la nueva generación. La Iglesia puede ayudar, sin embargo los padres lo hacen mejor y más eficazmente.

Nosotros también debemos acelerar la preparación de nuestros hijos para servir al Señor. Debemos hacer hincapié en las cosas sencillas que se nos han pedido hacer en nuestros hogares, estudiar las Escrituras a diario, la oración personal, la oración familiar, la noche de hogar, la recreación sana y preparar a nuestros hijos al enseñarles las aptitudes que necesitarán para lograr el éxito lejos de casa.

Cuando fui llamada como presidenta general de las Mujeres Jóvenes, sentí la mano del Señor que me guiaba con urgencia para apresurar mi obra en un esfuerzo para ayudarlo a apresurar Su obra. Nuestra visión como nueva presidencia es ayudar a los padres y líderes del sacerdocio a que ayuden a cada mujer joven a ser dignas de hacer y guardar los convenios y recibir las ordenanzas del templo. Esto fue muy, muy claro cuando se nos llamó. Por eso, las hermanas Mary N. Cook, Ann M. Dibb y yo subimos a la montaña Ensign Peak para nuestra primera reunión de presidencia. A partir de ahí, lo único que vimos ese día fue el Templo de Salt Lake. ¡Brillaba! Nos dio una meta y la visión de la obra. Nuestro primer objetivo era añadir el valor de la virtud al Progreso Personal para que las Mujeres Jóvenes desarrollaran un modelo de pensamiento y conducta basados en elevadas normas morales como la castidad y la pureza. También requiere a las Mujeres Jóvenes leer el Libro de Mormón. Éste fue el primer paso en nuestra función en “apresurar” la obra. Lo siguiente fue trabajar con los líderes del sacerdocio, la presidencia general de los Hombres Jóvenes y otras personas para aclarar las normas y actualizarlas a las circunstancias actuales, por eso tenemos el nuevo librito “Para la Fortaleza de la Juventud”. Además, trabajamos juntos en el programa de estudio “Ven, sígueme”, el nuevo modelo de enseñanza y aprendizaje que tenemos ahora para la juventud.

A medida que la obra se apresura, hay una gran necesidad de recogimiento. Estoy maravillada por la respuesta de las mujeres jóvenes a servir en una misión de tiempo completo. No creo que se dejen llevar por la presión de su grupo social. Su objetivo principal es el templo. Usan la medalla del reconocimiento a la joven virtuosa con orgullo. Entienden que una misión es una oportunidad maravillosa para ellas y el momento es el correcto para muchas de ellas. Sin embargo todas las mujeres jóvenes no servirán una misión. Y eso también es una decisión correcta. ¡Después de todo, alguien tiene que estar aquí para salir con aquellos jóvenes élderes cuando vuelvan a casa luego de dos años! Confío en las mujeres jóvenes porque sé lo espiritualmente sensibles que son, y saben cómo recibir respuestas a sus oraciones. Harán lo que es correcto para ellas.

Las mujeres jóvenes saben quiénes son. Ellas saben que tienen un propósito glorioso. ¡Están convertidas! No importa la decisión que una mujer joven tome acerca del servicio misional, hay cuatro cosas que le ayudarán a prepararse para sus futuras funciones y responsabilidades:

1. Obtener una recomendación para el templo y buscar los nombres de familiares, y llevarlos al templo para efectuar bautismos.

2. Leer el Libro de Mormón.

3. Recibir, reconocer, actuar y confiar en el Espíritu Santo.

4. Ser lo suficientemente pura para escuchar los susurros del Espíritu Santo.

A los padres, ¡prepárense! Los jóvenes de la Iglesia están apresurando la obra. Las Mujeres Jóvenes parecen sentir un deseo natural de participar en una gran causa. Ellas están listas y dispuestas a servir. El lema de la Mutual de 2013 es de Doctrina y Convenios 87:8: “Permaneced en lugares santos y no seáis movidos”. Es imprescindible que hagamos de nuestros hogares lugares santos, donde los jóvenes pueden prepararse para servir al Señor y al final regresar a Él. Nuestros hogares deben ser santuarios donde pueda morar el Espíritu. El Señor a través de sus profetas parece estar diciendo: “Prepárense ustedes mismos, a su hogar y a su familia, después sirvan”.

El Señor está apresurando su obra y recogiendo a Sus hijos. Él tiene un plan y todos formamos parte de él. Permítanme añadir mi voz a la de Oliver Cowdery y declarar que verdaderamente “éstos [son] días inolvidables… y para siempre estimaré [la] expresión de la bondad del Salvador con asombro y gratitud’”.