“¡Hosanna!”, la Iglesia tendrá muy pronto 150 templos en funcionamiento en todo el mundo

Por Marianne Holman Prescott, redactora de Church News

  • 20 Enero 2016

Después de la dedicación del Templo del Centro de la Ciudad de Provo el 20 de marzo, la Iglesia tendrá 150 templos en funcionamiento, 5 templos en renovación, 12 templos en construcción y 11 anunciados.

Puntos destacados del artículo

  • Cuando se dedique el Templo del Centro de la Ciudad de Provo el 20 de marzo, la Iglesia tendrá 150 templos en funcionamiento en todo el mundo.

Desde la dedicación del Templo de Kirtland en 1836, los Santos de los Últimos Días se han unido al exclamar “Hosanna” en celebración, a medida que cada templo nuevo se convierte en una Casa del Señor dedicada.

El 20 de marzo, días antes del aniversario número 180 de la dedicación del primer templo desde la restauración del Evangelio, los miembros de la Iglesia se reunirán otra vez para celebrar otra Casa del Señor dedicada, el Templo del Centro de la Ciudad de Provo, al convertirse en el templo en funcionamiento número 150 de la Iglesia.

Se encuentra a sólo tres millas del Templo de Provo, Utah; el Templo del Centro de la Ciudad de Provo, tal como todos los otros templos, es un testimonio de los miembros fieles de la Iglesia en todo el mundo.

“Somos un pueblo que edifica templos”, dijo el élder Kent F. Richards, Setenta Autoridad General y Director Ejecutivo del Departamento de Templos de la Iglesia, a Church News unos días antes del comienzo del programa de puertas abiertas del Templo del Centro de la Ciudad de Provo. “La construcción de templos ha sido siempre una prioridad”.

Al llamar a la obra del templo “la gran obra de los últimos días”, el élder Richards habló de la necesidad de tener templos en todo el mundo a medida que los miembros de la Iglesia responden a la invitación sagrada de asistir a los templos, por ellos mismos y por familiares que no recibieron las bendiciones del templo durante su vida.

Templo del Centro de la Ciudad de Provo. Fotografía por Marcela Fabiana Olsen.

“En la última sección de Doctrina y Convenios, la sección 138, el presidente Joseph F. Smith recibió la revelación sobre la salvación de los muertos; y allí dice específicamente que la gran obra de los últimos días es la edificación de templos y el efectuar las ordenanzas en ellos para la salvación de los muertos”, dijo.

Hoy en día los templos son tan únicos como los miembros que asisten a ellos, varían en tamaño y diseño. Aunque el aspecto de los edificios varíe, la obra sagrada que se efectúa adentro sigue siendo la misma. Sin importar dónde se encuentre, cuando se termina un templo nuevo los miembros de la Iglesia se reúnen para celebrar y dar gracias por la nueva oportunidad de efectuar ordenanzas sagradas eternas.

“Está más allá de lo que puedo describir”, dijo el élder Richards sobre la reacción de los miembros al recibir un nuevo templo dedicado en su área. “Se sienten tan agradecidos, humildes, emocionados. Lo vemos incluso en la celebración cuando los jóvenes se reúnen y están llenos de entusiasmo, gozo y ánimo al tener un templo”.

A lo largo de la historia, el Señor ha mandado a Su pueblo construir templos. En los sagrados edificios las personas hacen convenios y participan en ordenanzas salvadoras eternas. Debido a la necesidad de esas ordenanzas, el Señor ha proporcionado —y continúa proporcionando— templos en todo el mundo.

Una Casa del Señor dedicada

En los primeros 150 años de la Iglesia se construyeron 21 templos dedicados en todo el mundo. Comenzando con el Templo de Kirtland (que ya no es propiedad de la Iglesia ni funciona como templo dedicado y no se incluye en el recuento de los 150), la construcción de templos ha sido un punto central de los miembros de la Iglesia dondequiera que han vivido.

Después de la edificación, dedicación y abandono de los templos en Kirtland, Ohio, y Nauvoo, Illinois, el primer templo que se dedicó fue el Templo de St. George, Utah, en 1877. Siete años después se terminó el Templo de Logan, Utah, y cuatro años después se terminó el Templo de Manti, Utah. Luego de 40 años de construcción, finalmente se terminó el Templo de Salt Lake y se dedicó en 1893.

Con un número creciente de miembros de la Iglesia fuera de Utah, la construcción de templos comenzó a expandirse en las áreas afuera del estado. Más de 25 años después de la finalización del Templo de Salt Lake, se dedicó el Templo de Laie, Hawái, en 1919 (antes de la condición de estado de Hawái en 1959) y el Templo de Cardston, Alberta, se convirtió en el primer templo internacional de la Iglesia en 1923. Durante los siguientes años más templos se han agregado a la lista, entre ellos el primer templo de Europa, el Templo de Berna, Suiza, en 1955, proporcionando a los miembros templos en todo Estados Unidos y muchos otros países.

Aunque los templos han sido siempre parte del Evangelio, tanto en la antigüedad como después de la organización oficial de la Iglesia en 1830, fue en las últimas dos décadas que más templos han estado disponibles para una Iglesia que crece y es internacional.

En 1998, el presidente Gordon B. Hinckley anunció durante la conferencia general la meta de tener 100 templos en funcionamiento alrededor del mundo al final del siglo. Con menos de dos años para lograr la enorme tarea de construir 49 templos —dos menos que el número de templos en funcionamiento en ese momento— el presidente Hinckley anunció que se “construyan inmediatamente” 30 “templos pequeños” en todo el mundo.

“Si las ordenanzas del templo son parte esencial del Evangelio restaurado y yo les testifico que sí lo son, es entonces imprescindible que proporcionemos los medios para que puedan llevarse a cabo”, dijo el presidente Hinckley. “Todo nuestro vasto esfuerzo de historia familiar está orientado hacia la obra del templo, y no tiene ningún otro propósito. Las ordenanzas del templo se convierten en las bendiciones supremas que la Iglesia tiene para ofrecer”.

El 1º de octubre de 2000, el presidente Hinckley dedicó el Templo de Boston, Massachusetts, el cual fue el templo número 100 de la Iglesia. Dos templos más se dedicarían antes de fin de año.

El Templo de Boston, Massachusetts, dedicado en el 2000, fue el templo número 100 de la Iglesia. Fotografía por Francis Doyle.

“[La Primera Presidencia] no ha tenido como meta una cantidad específica desde entonces… pero obviamente tiene un gran deseo de seguir ampliando la oportunidad para que los miembros de todo el mundo asistan al templo”, dijo el élder Richards. “El presidente Monson desea obtener un porcentaje cada vez más alto de miembros que tengan un templo en un radio de 320 kilómetros. Ahora tenemos un 85 % y es un logro maravilloso, sin embargo, eso no significa que hemos terminado”.

Tres años después de ser sostenido como profeta, en abril de 2011, el presidente Thomas S. Monson habló sobre la importancia de los templos en su discurso de la conferencia general. Haciendo referencia a las palabras del presidente Joseph F. Smith, el presidente Monson compartió una parte del discurso de su predecesor de una conferencia general de 1902.

“En su discurso de apertura el presidente Smith habló de la esperanza de que algún día ‘tuviésemos templos construidos en diferentes partes del mundo donde sean necesarios para la conveniencia de la gente’… La meta que el presidente Joseph F. Smith esperaba en 1902 se está convirtiendo en realidad”, dijo el presidente Monson. “Nuestro deseo es que los miembros tengan un templo lo más accesible que sea posible” (“El Santo Templo: Un faro para el mundo”).

El sacrificio trae bendiciones

Aunque la mayor parte de la Iglesia está ahora a una distancia de 320 kilómetros de un templo, todavía hay algunos miembros de la Iglesia que viven en áreas donde les cuesta un gran sacrificio viajar y asistir al templo.

“Seguiremos trabajando con la Primera Presidencia en buscar las oportunidades adecuadas para que llegue la inspiración… a fin de anunciar más templos en el futuro”, dijo el élder Richards. “En el debido tiempo del Señor, Él continuará proporcionando templos. Creo que es capaz de hacerlo a causa de la fidelidad de los santos, no sólo en la fidelidad de sus diezmos, sino en el uso de los templos para que las ordenanzas justifiquen la construcción de templos”.

Ya sea que se ha haya construido físicamente un templo o se hayan hecho arreglos para un viaje largo y a menudo costoso, durante el correr de los años los Santos de los Últimos Días han hecho grandes y pequeños sacrificios para asistir al templo. Aunque el sacrificio en la actualidad puede parecer un poco diferente al de los santos en 1830, es un elemento importante para la adoración en el templo. Muchas veces es el sacrificio —ya sea arrepentimiento, viajes, diezmo o tiempo— el que da a los miembros una mayor experiencia en la Casa del Señor.

“El sacrificio es una señal de nuestro convenio”, dijo el élder Richards. “Creo que es una evidencia al Señor de los deseos sinceros de nuestro corazón, que permitimos que la fe se exprese y, por lo tanto, el Señor puede bendecirnos mucho más”.

Una casa de instrucción

También es primordial comprender que cada templo tiene un significado y propósito importantes y es ser una casa de instrucción, donde los miembros puedan regresar a menudo, dijo el élder Richards.

“No es para usarlo una vez”, dijo. “Es para ayudar a cumplir con ese gran propósito fundamental de la gran obra de los últimos días, para que todos sientan la responsabilidad de nuestra propia salvación, la de nuestra familia y la de nuestros parientes”.

Aunque el paisaje atractivo y la vista de los templos son por lo general adiciones fascinantes para las comunidades locales en todo el mundo, es importante que los miembros de la Iglesia recuerden que el propósito principal de estos edificios hermosos es ayudar a las personas a hacer convenios eternos con su Padre Celestial y sellar a las familias por la eternidad.

“Los templos se construyen para bendecir a las personas y a las familias”, dijo el élder Richards. “Una cosa es construirlo para una comunidad, una nación o una cierta cantidad de personas… Pero en última instancia, las bendiciones llegan a la persona y a las familias que aprovechan de ir al templo y que aprenden y sienten el propósito del templo en su propia vida”.