Presidencia General de la Primaria: las verdades sencillas del Evangelio

Por la hermana Rosemary M. Wixom, hermana Cheryl A. Esplin y hermana Mary R. Durham, Presidencia General de la Primaria

  • 17 Marzo 2016

A medida que nuestros hijos aprenden a comprender las doctrinas del Evangelio, llegan a ser más autosuficientes y más responsables; llegan a ser parte de la solución a nuestros desafíos familiares y más resistentes a las tentaciones del mundo.

Puntos destacados del artículo

  • Sé un testimonio viviente de la doctrina que queremos que los niños comprendan.
  • Llévalos a las Escrituras y a las enseñanzas de los profetas de los últimos días para que aprendan la verdad por sí mismos.
  • Ayúdalos a aplicar y poner en práctica los principios doctrinales de manera realista en su propia vida.

“Es evidente que a quienes se nos han confiado esos preciados hijos hemos recibido una sagrada y noble mayordomía, porque fue a nosotros a quienes Dios llamó para que rodeáramos a los niños de esta época con amor y con la luz de la fe, así como también con el conocimiento de saber quiénes son en realidad” —Élder M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles.

Como Presidencia General de la Primaria, tenemos a los niños y a las familias cerca de nuestro corazón. Nuestro amor por los niños se ha expandido y pensamos en ellos dondequiera que vayamos; en las congregaciones, en la Iglesia, en los aeropuertos y en el supermercado.

Cuando vemos a padres, abuelos y maestros atender las necesidades de los niños, recordamos las palabras del élder M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “Es evidente que a quienes se nos han confiado esos preciados hijos hemos recibido una sagrada y noble mayordomía, porque fue a nosotros a quienes Dios llamó para que rodeáramos a los niños de esta época con amor y con la luz de la fe, así como también con el conocimiento de saber quiénes son en realidad” (“Mirad a vuestros pequeñitos”, Liahona, octubre de 1994).

¿Qué enseñamos a nuestros hijos?

El Señor ha mandado: “Criar a vuestros hijos en la luz y la verdad” (D. y C. 93:40). Debemos enseñar a nuestros hijos “…a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espíritu Santo… a orar y a andar rectamente delante del Señor… [a observar] el día del Señor para santificarlo”, a trabajar y no ser ociosos, y a buscar “las riquezas de la eternidad” (véase D. y C. 68:25-31).

A los niños les atraen las verdades claras y sencillas del evangelio de Jesucristo y son mucho más capaces de comprenderlas de lo que pensamos.

Una niña de tres años exclamó con entusiasmo a su amiga un día: “¡Sabías que el don más grande que tenemos es la vida eterna!”. Ella casi no podía esperar para compartir esa verdad recién descubierta que había aprendido de su maestra de la Primaria.

Cuando enseñamos a los niños las verdades claras y sencillas de tal manera que ellos las puedan comprender, no solo edificamos los cimientos de su testimonio, sino que esas mismas verdades influyen en su comportamiento.

El presidente Boyd K. Packer enseñó: “La verdadera doctrina, cuando se entiende, cambia la actitud y la conducta. El estudio de las doctrinas del Evangelio mejorará la conducta más rápido de lo que el estudio del comportamiento mejorará el comportamiento” (véase “No temáis”, Liahona, mayo de 2004).

Como padres y maestros, debemos buscar y aprovechar los momentos de enseñanza espontáneos, así como las ocasiones planificadas con intención para enseñar las verdades eternas.

¿Cómo enseñamos en la Primaria y en el hogar?

Como padres y maestros, debemos buscar y aprovechar los momentos de enseñanza espontáneos, así como las ocasiones planificadas con intención para enseñar las verdades eternas. La pregunta más común de los niños es: “¿Por qué?”. Entonces allí es cuando debemos aprovechar la oportunidad de abrir la puerta para comprender y poner toda nuestra atención al analizar esa pregunta.

El élder Ballard enseñó: “Los tiempos para compartir creativos e innovadores y [otras] actividades pueden ser estimulantes y divertidos, pero no significan mucho si los niños… se entretuvieron y realmente no fueron iluminados, no se les enseñó el Evangelio o no fueron elevados espiritualmente” (“Great Shall Be the Peace of Thy Children”).

El mundo incluso está influyendo en nuestros niños pequeños hoy en día. Los asuntos morales y sociales de la actualidad también son parte de la conversación de nuestros niños en la escuela y en el patio de recreo. Las verdades doctrinales aprendidas en el hogar les dan una plataforma firme sobre la cual permanecer. Una madre escogió un tema de Para la Fortaleza de la Juventud y de Temas del Evangelio para crear un análisis simplificado con sus hijos cada semana durante la noche de hogar.

Ayudamos a los niños a que aprendan y vivan las verdades sencillas del Evangelio al:

  • Ser testigos vivientes de la doctrina que queremos que nuestros niños comprendan.
  • Llevarlos a las Escrituras y a las enseñanzas de los profetas de los últimos días para que aprendan la verdad por sí mismos.
  • Ayudar a nuestros niños a que apliquen y pongan en práctica los principios doctrinales de manera realista en su propia vida.

En el libro de John F. MacAuthur, Reckless Faith, él escribe: “Los agentes federales no aprenden a detectar billetes falsos mediante el estudio de las falsificaciones. Estudian los billetes genuinos hasta que dominan la apariencia de lo real, entonces cuando ven el dinero falso lo reconocen”.

Así es con nuestros niños. Cuando la doctrina del Evangelio se comprenda y se asiente en lo profundo de su corazón, serán capaces de discernir lo que es verdad y las enseñanzas falsas del mundo llegarán a ser evidentes.

A medida que nuestros hijos aprenden a comprender las doctrinas del Evangelio, llegan a ser más autosuficientes y más responsables; llegan a ser parte de la solución a nuestros desafíos familiares y más resistentes a las tentaciones del mundo. Esas verdades sencillas grabadas en su corazón les permiten ver claramente quiénes son y avivarán el fuego de su fe.