¿Quiere tener hijos emocionalmente saludables? Cuénteles historias familiares

Por Por David Edwards, Church Magazines

  • 30 Mayo 2013

Una reciente investigación demostró que los niños que conocían más de su historia familiar tenían una vida familiar más funcional, mayores sentimientos de autoestima y menos síntomas de depresión o ansiedad.

“Los [niños] que sabían más acerca de su familia demostraron ser más fuertes, lo que significa que podrían disminuir los efectos del estrés”. —Dr. Marshall Duke, investigador

¿Alguna vez les contó a sus hijos en dónde se criaron sus abuelos o a qué escuela fue usted?

Si es así, entonces sus hijos pueden estar mejor preparados para enfrentar los desafíos de la vida, de acuerdo a la investigación realizada por los psicólogos Robyn Fivush, Jennifer G. Bohanek y Marshall Duke, de la Universidad Emory.

Los investigadores descubrieron una fuerte relación entre el conocimiento de los niños sobre la historia familiar y varias medidas de bienestar emocional. Los niños que sabían más de su historia familiar tenían una vida familiar más funcional, mayores sentimientos de autoestima y menos síntomas de depresión o ansiedad.

“Los [niños] que sabían más acerca de su familia demostraron ser más fuertes, lo que significa que podrían disminuir los efectos del estrés”, dijo el Dr. Duke.

De acuerdo con el estudio, las historias familiares que se transmiten de generación en generación juegan una función importante en cómo los niños se ven o se definen a ellos mismos. Cuando los niños se ven como parte de una unidad familiar más duradera, se sienten más seguros y con más confianza. Tienen una mayor autoestima. Como resultado, tienen una mayor capacidad para vencer los desafíos, así como también mayor fortaleza emocional para recuperarse de los altibajos de la vida.

Los investigadores son prestos para señalar que, sin embargo, el sólo conocer historias familiares no es realmente el factor más importante en esta área de desarrollo de los niños. Lo que da a estas historias su poder es el medio por el cual se transmiten: la interacción entre padres e hijos frecuente y significativa o, en otras palabras, durante el tiempo en familia. Y la mesa para comer parece ser todavía el mejor lugar para contar historias familiares de generación a generación.

“El sólo saber respuestas a preguntas no producirá los buenos resultados descritos anteriormente”, dijo el Dr. Duke. “Los buenos resultados, así como el conocimiento de la historia familiar que los niños poseían fueron el resultado de alguna otra cosa”.

De acuerdo con el Dr. Duke, esa otra cosa incluye el proceso de intercambio de historias entre generaciones.

El Dr. Duke enumera los viajes familiares y las comidas como los momentos importantes para compartir historias, pero añadió: “Debido a cuán compleja es la vida para las familias modernas, las familias pueden también sentarse y hablar mientras consumen un refrigerio después de la escuela o antes de que se vayan a trabajar o en cualquier otro momento en que puedan dedicarse unos a otros. Estas reuniones, cortas o largas, son la esencia del proceso por el cual las historias entre generaciones se cuentan y aprenden y por las cuales los niños pueden crecer más fuertes y saludables emocionalmente”.