3: Cómo acercarse a cada persona

"3: Cómo acercarse a cada persona," Parte B: Principios básicos de la enseñanza del Evangelio—Ame a quienes enseña, ()


Cierto coordinador de mejoramiento de maestros relató la siguiente experiencia:

“Se me había designado como instructor de un curso para todos los maestros de la Escuela Dominical. Sabía que tenía que enseñar a personas cuyas personalidades, antecedentes y necesidades diferían entre unos y otros. Uno de ellos era una maestra experimentada que con frecuencia había trabajado con los jóvenes. Otra persona daba la sensación de no confiar en sí misma como maestra y parecía sentirse terriblemente incompetente. Un hermano no se atrevía a asistir porque no conocía mucho las Escrituras.

“Pensé entonces en que me era necesario encontrar la manera de acercarme a cada uno de ellos. Antes de la primera lección, le encargué al hermano que no se consideraba capaz de enseñar con las Escrituras que hablara brevemente en cuanto a desarrollar un plan personal para estudiar el Evangelio. Esto me ofreció la oportunidad de reunirme con él fuera del salón de clases y manifestarle mi completa confianza en él. Durante la lección, encomendé a la maestra experimentada que compartiera con los demás algunas de sus ideas sobre la enseñanza. Entonces aproveché la ocasión para agradecer a aquella hermana que parecía no confiar en sus talentos como maestra por el humilde testimonio que había dado en otra clase unas semanas antes. Los tres respondieron muy bien.

“Durante esa lección noté que otra maestra se hallaba sentada aparte de los demás y decidí hablar con ella después de la clase; le expresé mi interés y le pregunté si podía ayudarla de alguna manera con la asignación que yo había dado. Semanalmente, continué procurando aprovechar toda oportunidad para acercarme a cada una de las personas en mi clase.

“A medida que desarrollaba el curso, comprendí que ése era un grupo muy particular. Todos participaban en animados análisis y compartían sus experiencias. Parecían estar unidos por el sentimiento del amor. Pude comprobar que cuanto más trataba yo de acercarme a ellos y de servirles individualmente, más se disponían a escucharse y a compartir unos con otros. En retrospectiva, comprendo que el simple esfuerzo de acercarme a cada uno de ellos quizás haya sido lo más importante que hice como instructor de aquel grupo. Parecía ser que les inspiró a hacer lo mismo entre unos y otros”.

Parte de su labor como maestro del Evangelio es ayudar a sus alumnos a entender y sentir que nuestro Padre Celestial los ama. Esto no puede lograrse sólo con palabras. Requiere acercarse a cada persona, aquellas a quienes ve con frecuencia, a las que ve ocasionalmente y a las que no verá sin hacer un esfuerzo especial. Requiere acercarse a cada individuo, no importa siéste coopera, si está desinteresado o si es rebelde. El Señor nos ha exhortado a recordar que “el valor de las almas es grande a la vista de Dios” (D. y C. 18:10).

Cómo acercarse individualmente a las personas en reuniones de grupo

Aun cuando esté enseñando a muchas personas al mismo tiempo, usted puede acercarse a ellas individualmente. Por ejemplo, lo hace al saludarles amablemente al principio de la clase. Los pequeños actos de cortesía como éste pueden tener un efecto muy importante.

También se acerca a la persona cuando crea un ambiente de participación abierta y en el que los alumnos sienten confianza de hacer comentarios. En la noche de hogar y en las clases de la Iglesia, podría ayudar a quienes enseña a preparar una parte de la lección. Usted podría planear la presentación de informes especiales, denúmeros musicales o de preguntas para analizar con el fin de reconocer y aprovechar los talentos de determinadas personas. Por ejemplo, un hermano menos activo que tenía buena voz para el canto se reactivó en la Iglesia después de haber sido invitado ocasionalmente a cantar en algunas clases y otras actividades del barrio.

Las personas se sienten conmovidas cuando se reconocen las contribuciones que hacen. Usted podría hacer un esfuerzo especial por reconocer los comentarios de cada persona y, si es posible, hacer que tales comentarios sean parte de los análisis de la clase. En ocasiones, es provechoso formular de nuevo las preguntas o los comentarios de algunas personas a fin de que los demás puedan escucharlos o entenderlos mejor.

Cómo acercarse a la persona en otras ocasiones

Usted debe tratar de encontrar maneras de acercarse personalmente a quienes enseña. Lo que haga por ellos fuera del ámbito de clase puede tener en cada persona un profundo efecto en su disposición de estudiar el Evangelio. Podría quizás dedicarle algún tiempo a los miembros de su familia a nivel individual. Podría asimismo esforzarse por conversar personalmente con los miembros de la clase cada vez que los vea o se encuentre con ellos. Podría alentarlos y ayudarles en momentos de crisis, reconocer los acontecimientos importantes en su vida, visitar sus hogares y asistir a cualquier actividad en que ellos participen.

El presidente Thomas S. Monson relató la siguiente historia:

“Louis Jacobsen… era hijo de una pobre viuda danesa. Era bajo [de estatura], nada atractivo en apariencia, fácil presa de las insensatas bromas de sus compañeros. Una mañana, en la Escuela Dominical, los niños se burlaron de sus pantalones remendados y su vieja camisa. Demasiado orgulloso para ponerse a llorar, el pequeño Louis se escapó de la clase deteniéndose al fin, falto de aliento, para sentarse y descansar en el borde de [una] acera… El agua clara corría en la unión de la calle con la acera. Louis tomó de su bolsillo un papel que contenía el programa de la lección de la Escuela Dominical y habilidosamente formó un botecito y lo puso para que flotara en el agua. De su herido corazón de niño salieron las resueltas palabras: ‘Jamásvolveré’.

“Súbitamente, a través de sus lágrimas, Louis vio reflejada en el agua la imagen de un hombre grande y bien vestido; se dio vuelta y reconoció al superintendente de la Escuela Dominical, George Burbidge.

“ ‘¿Puedo sentarme contigo?’, le preguntó el bondadoso líder.

“Louis dijo que sí con la cabeza… [Durante] la conversación, varios botecitos fueron armados y puestos a flotar corriente abajo. Finalmente, el líder se paró y con la mano del niño fuertemente apretada en la suya, regresaron a la Escuela Dominical” (véase Liahona, octubre de 1977,pág. 60).