Entrando a las aguas del bautismo a los 92 años

El 21 de febrero, mi madre, María Domínguez, cumplió 92 juveniles años, rodeada de sus cuatro nietos; y quien cuenta su historia es su única hija, la hermana Silvia.

Fui la pionera en mi familia al comprender y aceptar el Evangelio restaurado y, detrás de mí, mi único hijo varón Pablo Negri, hoy exmisionero de la Misión Santiago de Chile Oeste. 

Transcurrieron muchos almuerzos con misioneros y hermanas misioneras y “Titina”, mi madre, fue su más esmerada anfitriona y cocinera. Ella sentía el Espíritu que quedaba en el hogar después de compartir los almuerzos. 

Pasaron más de 5 años sin perder ni una oportunidad de atenderlos, hasta que, a fines de enero del 2019, en medio de la sobremesa, mi madre pidió permiso para hablar y les dijo a las misioneras: “Yo les tengo que hacer una pregunta, yo sentí muy fuerte que me tengo que bautizar en su iglesia, como lo hizo Cristo”. Y con la presencia del Espíritu que empezamos a sentir en ese preciso momento, concluyó diciendo: “¿Me darán permiso? ¡Porque no me quisiera ir de esta vida sin hacer lo que Jesucristo nos mostró!”.

Dedicada a aprender la restauración del Evangelio fue perseverante, hasta que recibió su entrevista feliz.

El servir un simple plato de comida y compartir un almuerzo permitió a mi madre escuchar, comprender y sentir en su corazón la palabra de Dios.