2020
Nuestra meta: llegar al templo
Junio de 2020


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Nuestra meta: llegar al templo

El 25 de febrero de 2019, junto a mi hermana Ruth Rodríguez emprendimos un viaje al templo de Montevideo en bicicleta. ¿Por qué lo hicimos? La verdad no sé. El año pasado viajamos al templo con el barrio, nos miramos con mi hermana y dijimos, “Para el próximo, nos venimos en bici”.

Llegado el día cargamos las mochilas en las bicicletas y salimos a la aventura. Era algo que no se había hecho antes: Ir al templo en bicicleta. Yo sabía que debía llevar mis propias tarjetas de ordenanzas para que este viaje tuviera sentido. Salimos alegres con el sueño de pedalear 340 km hasta Montevideo y mucha ilusión.

Los primeros 23 km llegamos a un lugar llamado Coronilla y fueron difíciles; pedaleamos casi 2 horas y 30 minutos en una distancia que normalmente toma una hora y media. Algo no estaba bien, había mucho viento, sabíamos que no sería fácil.

Luego de 66 km al fin llegábamos a la ciudad de Castillos, casi 5 horas y 30 minutos. Yo tenía las piernas exhaustas y con mucho dolor. Allí encontramos a la hermana Narda, que nos esperaba con mucha alegría, con agua y empanadas. Tomamos casi una hora de descanso y salimos a la ruta.

Los dolores ya eran más fuertes y en diferentes zonas. A los pocos kilómetros el sol dio lugar a una tormenta y debido al viento no podíamos armar la carpa que llevábamos con nosotros.

La opción más acertada fue sacar las mochilas de la lluvia lo más rápido posible y usar la carpa como lona para proteger al menos nuestras cosas ya que nosotros estábamos empapados. Durante todo el trayecto manteníamos el buen humor. En pocos minutos la tormenta se fue. Nos cambiamos lo que podíamos, ajustamos las mochilas y volvimos a la ruta.

Con un viento en contra, no nos dejaba avanzar mucho. Nosotros pretendíamos llevar una velocidad de 18 a 20 km/h. y no podíamos pasar los 10 Km/h. Seguíamos orando y pidiendo al Señor si fuera posible que mejorara la situación del clima. Más adelante nos encontramos nuevamente con lluvia. Esto me hizo pensar que le estábamos exigiendo demasiado al cuerpo y quizás el Señor nos estaba enviando un mensaje para hacernos descansar.

Luego de 100 km de pedalear, llegamos al pueblo 19 de abril, ya muy cansados. Aún nos quedaban 100 km más para lograr nuestra meta, por lo que seguimos viaje. Aproximadamente a las 18:30 h llegamos a Rocha donde tomamos un corto descanso y a las 19:10 h salimos hacia nuestro último destino del día.

A las 00:30 h llegamos a San Carlos donde nos esperaban Ricardo y Nora, padres de nuestros amigos y quienes nos recibieron en su casa en la noche. A las 9:00 h del día siguiente continuamos nuestro viaje.

Nuevamente con el viento extremadamente fuerte y la pendiente del repecho, no podíamos avanzar. Solo caminando y luchando a contraviento logramos avanzar a unos desalentadores 6 km/h. Con mucho esfuerzo llegamos a la ciudad de Pan de azúcar a las 13:00 h (dos horas más de lo que pretendíamos). Comimos y otra vez a la ruta. Sabíamos que teníamos que superarnos para estar en el hostal antes de las 22:00 h.

A las 21:30 h, luego de afrontar varios desafíos, sentimos un gozo inexplicable. Después de 30 horas aproximadas de pedaleo, llegamos al destino; estábamos frente a la Santa Casa del Señor, el Santo Templo de Montevideo. Allí pudimos realizar la obra por nuestro abuelo, Mauro Antonio Garcia Umpierrez, quien en vida había sido ciclista y de quien heredamos el gusto por esta disciplina. En ese momento lo estábamos sellando a sus padres y el día que decidimos hacer el viaje lo habíamos sellado a su esposa. Yo sé que él estuvo ahí. Yo sé que estaba extremadamente feliz, y sé que hicimos lo correcto. Ya sea en ómnibus, en auto, a pie o en bici: ¡Debemos ir al templo!