Historia de la Iglesia
Servir juntos


Servir juntos

A los veintitrés años de edad, Douglas Martin empezó a asistir regularmente a la Iglesia con su novia, Amelia Wati Crawford. Aunque Douglas no entendía mucho de lo que se decía en su congregación de Santos de los Últimos Días, compuesta exclusivamente por maoríes, inmediatamente se sintió como en casa. “En cuanto empecé a investigar la Iglesia, los padres y familiares de ella, y toda la comunidad de Santos de los Últimos Días, fueron pura bondad y amor”, recordaba Douglas. Aunque previamente había estado mucho más interesado en el surf y el rugby que en la religión, pronto se halló haciendo cambios importantes en su vida a causa del Evangelio. Sin embargo, los padres y amigos de Douglas seguían recelosos tanto de los maoríes, como de las comunidades de Santos de los Últimos Días, y presionaban a Douglas para que pusiera fin a su relación con ellos. Douglas recordaba: “Me afligía el hecho de que yo cambiara mi vida para mejor y, aun así, todos mis seres queridos me causaran dificultades por ello”. Sin titubear, Douglas se bautizó en un arroyo de Korongata en 1951, mientras aún se recuperaba de una fractura de clavícula a causa de una reciente lesión de rugby.

Ahora que ya era miembro de la Iglesia, Douglas le pidió a Wati que se casara con él, pero poco después de comprometerse, ella aceptó un llamamiento para servir en una misión de tiempo completo como secretaria del programa de misioneros de trabajos manuales, y se marchó a servir en Temple View, a las afueras de Auckland. Para alegría de Wati, enseguida se llamó a Douglas a servir en una misión en Auckland. Al principio, a Wati le había preocupado que Douglas hubiera aceptado bautizarse solamente para casarse con ella. Wati recordaba: “Nuestros llamamientos misionales fueron una bella prueba. Pronto entendí que él se había convertido genuinamente al Evangelio, por los motivos correctos”. Cuando ambos regresaron, viajaron a Hawái para sellarse en el templo. El padre de Wati pagó el viaje para que Douglas no tuviera que vender su automóvil.

La vida de los Martin fue buena, pero no estuvo exenta de desafíos. Durante diez años, Douglas y Wati no pudieron tener hijos. En una expresión maorí de confianza y respeto, la hermana de Wati, que tenía una familia grande, entregó dos de sus hijos más pequeños a aquella pareja sin niños para que los criaran. “Fue la máxima expresión de amor”, declaró Douglas. Con el tiempo, Wati también dio a luz a dos niños varones; sin embargo, el más pequeño, Craig, murió ahogado en un accidente cuando apenas estaba aprendiendo a caminar. “Amaba a ese niño como todo padre ama a un hijo”, afirmó Douglas. A pesar de la tragedia, él y Wati siguieron adelante, decididos a vivir de manera que pudieran pasar la vida venidera juntos con su familia en el cielo, “adonde ya se ha ido uno de nosotros”.

Después de escuchar el llamado que hizo el Presidente de la Iglesia, Spencer W. Kimball, a que más matrimonios mayores sirvieran como misioneros de tiempo completo, Douglas y Wati sintieron el deseo de servir juntos en una misión. Hicieron planes para que Douglas se jubilara a los sesenta años y los dos pudieran prepararse para el servicio misional. Una mañana de marzo de 1987, recibieron una llamada telefónica del presidente Gordon B. Hinckley, de la Primera Presidencia, que los tomó por sorpresa, él les preguntó si Douglas aceptaría servir en el Primer Cuórum de los Setenta. Los Martin se sintieron humildes por ese llamamiento y agradecidos de haber escuchado la amonestación del presidente Kimball de prepararse para el servicio.

El élder Martin fue el primer neozelandés en prestar servicio como Autoridad General. Los Martin viajaron juntos en muchas ocasiones para cumplir con diversas asignaciones y, durante un tiempo, se llamó al élder Martin a la Presidencia del Área Pacífico para prestar servicio al pueblo de Nueva Zelanda y de otras muchas naciones del Pacífico.