2015
Élder L. Tom Perry: Un edificador del reino
En memoria del Élder L. Tom Perry


En memoria del

Élder L. Tom Perry: Un edificador del reino

“Sé que el único gozo y felicidad duraderos que encontraremos durante nuestra experiencia terrenal vendrán al seguir al Salvador, al obedecer Su ley y guardar Sus mandamientos. Él vive. Ése es mi testimonio a ustedes”1.

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Elder L. Tom Perry sitting in a chair during a meeting. He is smiling at the camera.

La ciudad estaba totalmente destruida. L. Tom Perry se encontraba entre el primer grupo de infantes de marina que arribó a las costas de Japón tras firmarse el tratado de paz después de la Segunda Guerra Mundial. El entrar en la devastada Nagasaki, relataría más tarde, “fue una de las experiencias más tristes de mi vida”.

Al contemplar la total destrucción ante él, decidió que quería hacer todo lo posible por ayudar. Las fuerzas de ocupación establecieron un cuartel general, empezaron las labores de limpieza y reconstrucción, y ayudaron a enterrar a los muertos. No obstante, Tom y varios otros soldados querían hacer más, por lo que pidieron permiso a su capellán de división para ayudar a reconstruir las capillas cristianas de la zona.

La mayoría de las iglesias habían sido cerradas durante la guerra debido a las restricciones del gobierno. Los pocos edificios que había necesitaban reparaciones desesperadamente. Tom y los demás soldados explicaron que harían las labores de reparación en su tiempo libre. Se les concedió permiso y Tom y los demás se prepararon para trabajar.

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L. Tom Perry in a military uniform. He was a member of the United States Marine Corps during World War II.

“No entendíamos el idioma”, recordó. “Todo lo que podíamos hacer era el trabajo físico de la reparación de los edificios. Encontramos a los clérigos que no habían podido ministrar durante los años de guerra y les instamos a volver al púlpito, y fue una experiencia extraordinaria el ver a esa gente tener la libertad de practicar sus creencias cristianas nuevamente”.

Cuando llegó el momento de abordar el tren para irse de Nagasaki, muchos de los otros soldados comenzaron a burlarse de Tom y de los que habían trabajado en la reconstrucción de capillas. Esos soldados estaban con sus novias y se reían del grupo de Tom por haber perdido su tiempo trabajando con yeso, martillos y clavos.

Entonces sucedió algo que Tom recordaría el resto de su vida. Justo en el punto más intenso de las burlas, aparecieron unos doscientos japoneses cristianos en una loma, no muy lejos de la estación de trenes. Se dirigían hacia la estación mientras cantaban “Con valor marchemos”. El grupo de cristianos presentó obsequios a Tom y a los otros soldados que habían trabajado arduamente para prestarles servicio.

Los cristianos japoneses se alinearon junto a las vías. “Cuando el tren se puso en marcha, estiramos las manos y les tocamos los dedos en despedida”, relató. “No podíamos hablar; sentíamos una gran emoción y estábamos agradecidos de haber podido ayudar, aunque fuera un poco, a restablecer el cristianismo en una nación después de la guerra”2.

El élder L. Tom Perry fue un edificador toda su vida. En ocasiones, eso implicó levantar una capilla de entre los escombros y, en otras, levantar un alma o una nación necesitada de su abundante optimismo, entusiasmo y poder espiritual.

Adondequiera que iba, el élder Perry dejaba las cosas más fuertes de lo que estaban antes de su llegada.

Nació de buenos padres

Lowel Tom Perry nació el 5 de agosto de 1922 en Logan, Utah, EE. UU. Sus padres fueron Leslie Thomas y Nora Sonne Perry. Era uno de los seis hijos de la familia. Los padres de Tom amaban el Evangelio y lo enseñaban en su hogar en cada oportunidad que tenían. El haber sido criado en rectitud fue una fuente de fortaleza a lo largo de la vida del élder Perry.

En el primer discurso que pronunció en una conferencia general en calidad de apóstol, dijo lo siguiente sobre su infancia: “Cada mañana no sólo nos vestíamos con impermeables, sombreros y botas para protegernos de las inclemencias del tiempo, sino que además, nuestros padres nos vestían con la armadura de Dios. Cuando nos arrodillábamos para orar y escuchábamos a nuestro padre, que poseía el sacerdocio, volcar su alma al Señor e implorar protección para su familia contra los dardos de fuego del maligno, se añadía una capa más de protección a nuestro escudo de fe. Al mismo tiempo que nuestro escudo se fortalecía, el de ellos siempre estaba a la mano, porque ellos estaban a nuestra disposición y nosotros los sabíamos”3.

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Formal portrait of the Leslie Thomas and Elsie Nora Sonne Perry family. Elder L. Tom Perry is seen as a young man in the picture.

Arriba: El joven Tom Perry (fila de atrás, a la izquierda) con sus padres, hermanos y hermanas. El élder Perry dijo que siempre recordó la formación espiritual que sus padres le brindaron cuando era un niño. Arriba: Foto de un anuario tomada en el Colegio Agrícola del Estado de Utah después de la guerra.

Desde temprana edad, a Tom se le enseñó a trabajar arduamente. Participaba en los quehaceres del hogar, incluso los de cultivar y cuidar de un enorme huerto. “Cuán agradecido estoy de haber tenido un padre que tuvo la paciencia de enseñarme el arte de la horticultura”, dijo él. “A nuestra familia se le enseñó no solamente el arte de almacenar y utilizar alternativamente los víveres almacenados, sino también la forma de producir y reemplazar las frutas y legumbres necesarias para poder llenar las botellas vacías otra vez”4.

Su madre fue una gran instructora en el hogar y en cada oportunidad que se le presentaba enseñaba a sus hijos las verdades del Evangelio y las seculares, incluso mientras hacían los quehaceres. “La enseñanza era algo innato en ella y era mucho más exigente con nosotros que nuestros maestros de la escuela o de la Iglesia”5.

Por la noche, se quedaba de pie afuera del cuarto un buen rato a fin de asegurarse de que sus hijos ofrecieran sus oraciones.

El élder Perry dijo lo siguiente de su madre: “[Ella] reconocía que a los padres les es confiado educar a sus hijos y, en última instancia, que los padres deben asegurarse de que a sus hijos se les enseñe lo que su Padre Celestial desea que aprendan”6.

Un líder en el reino

A lo largo de su vida, el élder Perry prestó servicio en varios llamamientos de liderazgo. Sirvió en dos obispados; en un sumo consejo de estaca; como segundo consejero de la presidencia de la Estaca American River, California; como presidente de misión de estaca; como asistente especial del presidente de la Misión Estados del Este (donde dedicó varias horas de trabajo en el pabellón de la Iglesia de la Feria Mundial de Nueva York de 1964 a 1965); como segundo consejero de la presidencia de la Estaca Boston, Massachusetts; y como presidente de esa misma estaca. En 1972 fue llamado como Ayudante de los Doce y en 1974 como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles.

El élder Perry predicaba y vivía con un profundo poder espiritual y con entusiasmo. Su voz potente hacía eco en el corazón de la audiencia incluso tiempo después de que terminaba de hablar en el púlpito.

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Elder Perry talking with General Authorities/ Apostles

El élder Perry (derecha) disfruta de un momento con tres de sus hermanos del Cuórum de los Doce Apóstoles —los élderes D. Todd Christofferson, Quentin L. Cook y Neil L. Andersen— en la conferencia general.

El élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo lo siguiente: “El élder L. Tom Perry testificaba con poder acerca de Jesucristo. Conocía al Salvador, amaba al Salvador y testificaba con poder de la divinidad del Salvador”7.

Un hombre de familia

Tom vio por primera vez a su esposa Virginia Lee cuando estaba tomando la asistencia en una reunión de líderes de estaca. Más tarde contaría que no tuvo problema para contar a los hombres jóvenes, pero a la hora de contar a las jovencitas, sus destrezas matemáticas se bloquearon. “De repente, mis ojos encontraron a una encantadora y hermosa joven, y perdí totalmente la capacidad para contar”.

En ese entonces, Tom asistía al Colegio Agrícola del Estado de Utah (hoy la Universidad del Estado de Utah) y estaba muy ocupado; no obstante, su noviazgo con Virginia Lee pasó a ser una prioridad8.

Ocho meses después de haberse conocido, L. Tom Perry y Virginia Lee se casaron en el Templo de Logan, Utah. Juntos tuvieron tres hijos.

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Family portrait of Elder L. Tom Perry, his wife Virginia, and three children and son-in-law. Taken April 6, 1974, the day Elder Perry was sustained as a member of the Quorum of the Twelve Apostles.

El tiempo con la familia era de suma importancia para Tom. Siempre se tomaba el tiempo para celebrar cumpleaños, vacaciones en familia, tradiciones familiares y otras ocasiones importantes.

En cuanto a eso, hay una experiencia que le dejó una impresión duradera. Cuando Tom y su familia se mudaron a la costa este de Estados Unidos por cuestiones de trabajo, comenzaron a buscar una casa que estuviera cerca del lugar donde él trabajaba. A medida que siguieron buscando casa, comenzaron a buscar cada vez más lejos del trabajo. Tiempo después encontraron una que a toda la familia le encantó. Era una casa hermosa de una planta en los bosques de Connecticut. La prueba final era tomar el tiempo de ida y vuelta al trabajo. Tom volvió a casa desalentado. El recorrido le llevaba una hora y media de ida y otro tanto de regreso.

Entonces planteó el problema a la familia y les dijo que escogieran entre tener la casa o al padre. La respuesta de ellos lo sorprendió. “Nos quedamos con la casa”, dijeron, “porque tú no pasas mucho tiempo con nosotros de todas maneras”.

Ése fue un momento decisivo para Tom. “Era preciso que me arrepintiera de inmediato”, dijo. “Mis hijos necesitaban a su padre en casa más tiempo”. Tomó esa lección con mucha seriedad. “Cambié mis hábitos de trabajo a fin de pasar más tiempo con mi familia”9.

Al igual que muchas otras metas que logró en su vida, Tom cumplió la meta de mantener junta a su familia con gran éxito. “Cuando era chico, era muy divertido estar con mi padre”, dijo Lee Perry, hijo del élder Perry. “Nos mantenía activos y deseaba ser parte de nuestra vida. Siempre supimos que él nos amaba”10.

Tom y Virginia Perry criaron a sus hijos en rectitud y amor. El 14 de diciembre de 1974, solamente ocho meses después de haber sido llamado como apóstol, el élder Perry perdió a su esposa en una batalla contra el cáncer que había durado cinco años. “Ahora ella está sana otra vez y estoy seguro de que el paraíso es un lugar más alegre porque ella está ahí”, dijo él en un homenaje que le rindió a su esposa11.

El 28 de abril de 1976, el élder Perry se casó con Barbara Taylor Dayton en el Templo de Salt Lake. El élder y la hermana Perry viajaron juntos alrededor del mundo predicando y enseñando codo a codo.

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Portrait of L. Tom Perry with his wife Barbara.

A lo largo de su ministerio, el élder Perry habló con frecuencia de la forma en que se crió, de su familia y de la necesidad de que la familia permanezca fuerte y unida. El tema le importaba tanto que en varias ocasiones habló directamente a los miembros de su familia como parte de sus discursos de la conferencia general12.

Un próspero hombre de negocios

Durante su larga vida, L. Tom Perry tuvo el talento de aplicar los conocimientos y el entendimiento que tenía de un aspecto de su vida a otros. Después de algunos años de su primer matrimonio, se le extendió el llamamiento de segundo consejero en un obispado. Eso fue en un momento de su vida profesional en el que Tom no podía imaginar cómo incorporaría esa responsabilidad en su horario; apenas tenía tiempo para dormir lo suficiente13.

No obstante, no dudó en aceptarlo. Unas de las primeras habilidades que aprendió en el nuevo obispado fueron las de delegar y organizar. Aplicó esos principios a los negocios y pronto tuvo más tiempo para dedicarlo al trabajo y al hogar. En última instancia, esos conocimientos impulsaron a Tom para alcanzar los niveles superiores de administración de su carrera en el sector de las ventas al por menor.

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L. Tom Perry holding a phone.

Otra ocasión en la que la capacitación que recibió en la Iglesia le sirvió de ayuda fue justo después de aceptar un empleo con una importante empresa de Nueva York. Entre sus nuevas responsabilidades tenía que hacer presentaciones de presupuesto a una mesa directiva que era bastante exigente.

Sintiéndose intimidado en un principio por la asignación, Tom fue al salón donde haría la presentación. En ella observó que una gran sección de la pared estaba cubierta con franela, probablemente por motivos de acústica. “Al mirar esa gran pieza de franela, pensé en mi maestra de la Primaria que enseñaba con la ayuda del franelógrafo”.

Tom mandó a pedir papel con reverso de franela y en él preparó varias proyecciones de su presentación. Los miembros de la mesa directiva quedaron fascinados durante la reunión. “La presentación pareció ser muy eficaz y cuando terminó, me felicitaron, gracias a mi maestra de la Primaria”, aseguró14.

A pesar de su éxito laboral, Tom nunca permitió que su ocupación afectara su integridad ni sus valores. Durante una etapa de su carrera, su jefe le invitaba a asistir a diversas cenas de negocios y a la hora de los aperitivos que las precedían. Como no quería que lo vieran con nada que pareciera una bebida alcohólica en esas reuniones, Tom pronto empezó a llevar en la mano un vaso de leche.

“Al pasar el tiempo, vi con asombro que varios de mis colegas también se servían leche durante la hora que pasábamos juntos”, dijo él. “Descubrí… que el ser diferente en el mundo suscitó interesantes reacciones en los demás. La obediencia a la ley de Dios siempre acarrea Sus bendiciones”15.

Un patriota

L. Tom Perry sirvió como misionero de tiempo completo en la Misión Estados del Norte durante la época de la Segunda Guerra Mundial. Cuando le quedaba un mes para volver a casa de la misión, se alistó en la Infantería de Marina.

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L. Tom Perry in his military uniform, 1944. He served in the marine corps after his mission.

Sirvió a su país con honor y regresó a casa con un espíritu aún más patriota que antes. En noviembre de 2013, el élder y la hermana Perry fueron invitados de honor en el aniversario número 238 de la Infantería de Marina. En ese evento dijo: “Me gustaría decir que siempre he estado orgulloso del tiempo que serví en la Infantería de Marina”16.

Cuando tenía poco tiempo de apóstol, el élder Perry fue invitado a Washington, D.C. para participar en una reunión de líderes religiosos con el fin de analizar maneras de incluir a las congregaciones en la celebración del bicentenario de Estados Unidos. En un principio el élder Perry estaba encantado, ya que tenía el deseo de que las iglesias unieran su voz de gratitud hacia Dios por dirigir y proteger con Su mano la fundación del país.

Para su sorpresa, el grupo no estaba dispuesto a hacer una declaración de esa naturaleza. Estaba prohibido hacer cualquier referencia al Señor, nuestro Dios, debido a que no deseaban ofender a los ateos. El élder Perry se sintió muy triste con la decisión. Sin embargo, en la conferencia general dio su solemne testimonio de las verdades que la colectividad de líderes religiosos no quiso decir en Washington. “Proclamaré mi firme convicción de que la base de todo gobierno recto son las leyes que se han recibido del Señor para guiar y dirigir las actividades del hombre. Un gobierno recto recibe dirección del Señor”17.

El élder Perry fue un patriota toda su vida.

Un amigo de todos

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Elder L. Tom Perry laughing with Rabbi Benny Zippel at the Little America Hotel. They were attending the Catholic Community Services Awards event on Thursday, November 6, 2014. Elder Perry and his wife, Barbara, were honored at the event.

Arriba: El élder Perry en su oficina a la edad de 89 años. A la derecha: Siempre rápido para sonreír, el élder Perry hacía amigos dondequiera que iba. Aquí saluda a un asistente a la cena de Premios Humanitarios 2014, en la que él y su esposa, Barbara, fueron homenajeados como personajes humanitarios por los Servicios de la Comunidad Católica de Utah.

Abajo: Fotografía cortesía de Deseret News.

El élder Perry hacía amigos dondequiera que iba. En un relato de su vida se demuestra la habilidad que tenía para hacer amistades prácticamente en cualquier entorno. Después de mudarse a Nueva York con su familia por cuestiones de trabajo, observó que la gente se aislaba en sí misma en las calles y en el metro.

Más tarde recordaría: “En mis adentros decía: ¡qué gente tan poco amistosa!”. Esa conducta contrastaba con lo cálida y sociable que era la gente de la ciudad de California que acababan de dejar. Se sentía tan desalentado por la falta de calidez y cortesía de la gente que lo rodeaba que se sintió tentado a regresar con su familia a California. Su esposa le preguntó si ya había intentado hacer algo para cambiar la situación. No lo había hecho. Entonces ella le dijo: “¿Por qué no lo intentas y a ver qué sucede?”.

Tom ideó un plan en su recorrido al trabajo para conocer a alguien. En la estación donde tomaba el metro observó a un hombre que seguía la misma rutina todas las mañanas. Llegaba a la misma hora, compraba el periódico, se paraba en el mismo lugar en la plataforma del tren y se sentaba en el mismo asiento todos los días sin variar.

Tom quiso alterar las cosas y ver si podía entablar una amistad. Un día llegó temprano y se paró en el lugar favorito de ese hombre. Luego se sentó en su asiento de preferencia en el metro. Al cabo de dos días de hacer eso, Tom llegó y se dio cuenta de que el hombre había llegado más temprano de lo normal para reclamar su lugar en la plataforma. El hombre le hizo una pequeña mueca a Tom, quien luego se le acercó y comenzó a reír al explicarle lo que había estado haciendo.

“Él pensó que eso era lo más interesante que jamás había oído”, dijo el élder Perry. Ambos subieron al tren y viajaron juntos. Pronto llegaron a ser grandes amigos. Todas las mañanas era una carrera para ver quién llegaba primero a la plataforma. Al poco tiempo la carrera ya era de tres, luego de cuatro, luego de diez personas que se apresuraban afablemente para reclamar para sí el preciado lugar.

“Eso dio vida a todo el andén”, dijo el élder Perry. A lo largo del proceso, todos los participantes se hicieron amigos. Una Navidad, como diez de ellos cantaron juntos villancicos en el andén. “Cultivé algunas de las mejores amistades que he tenido”18.

Siempre un edificador

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Elder L. Tom Perry and his wife, Barbara, applying mortar to the cornerstone of the Brigham City Utah Temple, September 23, 2012.

Arriba: El élder Perry y su esposa aplican mortero a la piedra angular del Templo de Brigham City, Utah. Arriba a la derecha: El élder L. Tom Perry (a la derecha) de misionero con su compañero, el élder Wayne Parkin, en la Misión Estados del Norte, Estados Unidos. Derecha: El joven Tom Perry como infante de marina recién alistado.

Centro a la derecha: Fotografía por Scott Winterton, Deseret News.

En la Conferencia General de octubre de 1986, el élder Perry contó un relato de su infancia en el que dejó entrever un aspecto importante de su vida. Cuando él tenía siete años, su padre estaba remodelando la casa. Tom tenía la responsabilidad de sacar los clavos de los postes de madera viejos y luego enderezarlos. A pesar de que era una labor difícil, sentía satisfacción al completar su tarea diaria.

A lo largo de los años, el élder Perry terminó varios proyectos de construcción, desde la remodelación de capillas hasta la construcción de edificios nuevos de la Iglesia. Las lecciones que aprendió de niño enderezando clavos parecieron manifestarse en la manera en que vivió la vida en lo sucesivo, dentro y fuera del terreno de la construcción.

Él dijo: “Existe verdadera satisfacción después de terminar una tarea, especialmente cuando es el mejor trabajo que somos capaces de hacer”19.

El élder Perry nunca hizo algo que no fuera su mejor esfuerzo. Edificó, enseñó, sirvió y testificó; y todo lo hacía lo mejor que podía. Fue un verdadero edificador del reino.

“El evangelio de Jesucristo es verdadero”, dijo él. “Se ha restaurado para bendecir nuestra vida en estos últimos días; abarca todas las verdades, los principios y las ordenanzas comprendidas en el gran plan de felicidad de nuestro Padre Celestial, que es un plan para que nosotros regresemos a vivir con Él en los reinos eternos del más allá. Les testifico que el evangelio de Jesucristo es Su medio divino para que afrontemos nuestro glorioso futuro”20.

Notas

  1. Véase de L. Tom Perry, “Testigos especiales de Cristo”, Liahona, abril de 2001, pág. 11.

  2. Véase de L. Tom Perry, “Testigos especiales de Cristo”, Liahona, abril de 2001, pág. 11.

  3. Véase de L. Tom Perry, “Construid vuestro escudo de fe”, Liahona, mayo de 1974, pág. 38.

  4. L. Tom Perry, “The Need to Teach Personal and Family Preparedness”, Ensign, mayo de 1981, pág. 88.

  5. L. Tom Perry, “Las madres enseñan a los hijos en el hogar”, Liahona, mayo de 2010, pág. 30.

  6. L. Tom Perry, “Las madres enseñan a los hijos en el hogar”, pág. 30.

  7. Entrevista con el élder Quentin L. Cook, 5 de mayo de 2015.

  8. Véase de Lee Tom Perry, L. Tom Perry, An Uncommon Life: Years of Preparation, 1922–1976, 2013, pág. 146.

  9. L. Tom Perry, “Llamados por Dios”, Liahona, noviembre de 2002, pág. 9.

  10. Entrevista con Lee Tom Perry, 5 de mayo de 2015.

  11. L. Tom Perry, “Un tributo”, Discursos de conferencias generales, 1973-1975, pág. 258.

  12. Véanse, por ejemplo, sus discursos de la Conferencia General de abril de 1982 y de octubre de 1985.

  13. Véase de Lee Tom Perry, L. Tom Perry, An Uncommon Life, pág. 194.

  14. Véase de L. Tom Perry, “Enséñenles la palabra de Dios con toda diligencia”, Liahona, julio de 1999, págs. 8–9.

  15. L. Tom Perry, “En el mundo”, Liahona, julio de 1988, pág. 15.

  16. En Gerry Avant, “Elder Perry Honored for Service in U.S. Marine Corps”, LDS.org.

  17. L. Tom Perry, “For the Time Will Come When They Will Not Endure Sound Doctrine”, Ensign, noviembre de 1975, pág. 86.

  18. L. Tom Perry, en “Elder and Sister Perry” Conversations (episodio 4), mormonchannel.org.

  19. Véase de L. Tom Perry, “El gozo del trabajo honrado”, Liahona, enero de 1987, págs. 60, 62.

  20. L. Tom Perry, “La forma que se tenía en el pasado de enfrentar el futuro”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 76.