2010
Ya no estaba nervioso
Junio de 2010


Ya no estaba nervioso

Boris Antúnez, Chile

En nuestra actividad de la conferencia de la juventud de la estaca íbamos a distribuir folletos para conseguir referencias para los misioneros. Yo había estado leyendo el librito Para la Fortaleza de la Juventud, y cuando comenzó la actividad, lo volví a poner encima de la mesa en la que lo había encontrado, pero se me ocurrió que debía llevarlo conmigo, así que lo recogí y lo coloqué dentro de mis Escrituras.

A todos nos ponía nerviosos el hablar con extraños acerca del Evangelio, pero cuando nos detuvimos para hablar con una mujer que tendía ropa en el patio, se mostró muy amable y aceptó uno de nuestros folletos. Durante la conversación, nos explicó sus inquietudes por su familia; uno de sus hijos en particular tenía problemas con drogas y otros asuntos. La consolamos lo mejor que pudimos y después seguimos nuestro camino.

Unos minutos más tarde, abrí mis Escrituras y cuando vi mi folleto de Para la Fortaleza de la Juventud, recordé lo que esa mujer había dicho sobre su hijo y sentí que debía regresar. Ya no me sentía nervioso.

Encontramos a la mujer todavía afuera de la casa; le dije que tenía algo que quizá le gustara. Le expliqué las normas que siguen nuestros jóvenes y le di el folleto para que lo leyera con su hijo. Me di cuenta de que eso la hizo muy feliz. Llamó a su hijo para que saliera y pudimos fijar una cita para que ambos recibieran a los misioneros.

¡Me sentí como un misionero! Fue fantástico tener la oportunidad de enseñar y tal vez ayudar a ese jovencito. Sé que fue el Espíritu Santo quien me dijo que llevara conmigo aquel folleto.