2019
Nuestra travesía al templo que duró treinta años
Junio de 2019


Nuestra travesía al templo que duró treinta años

Francisco W. Fierro

Lima, Perú

Imagen
plane flying to Switzerland

Ilustración por Carl Wiens.

Unos meses después de mi bautismo, mi hermano menor, Oswaldo, se unió a otra iglesia y participaba activamente en su congregación; pero yo quería que él supiera lo que yo sabía que era verdad. En particular, quería despertar su interés en las palabras de los profetas.

Cada mes, cuando recibía la revista Liahona, la compartía con él y le sugería que algunos de los temas de la revista podrían ayudarle a prepararse para las reuniones de su iglesia. Me sentí feliz cuando aceptó mi sugerencia. No obstante, pasaron muchos años, y me entristecía ver que mi hermano no aceptaba el evangelio restaurado de Jesucristo.

Una mañana, Oswaldo le dijo a nuestra familia que estaba haciendo planes para dejar nuestro hogar en Ecuador y viajar a Suiza. El día que se marchó, aceptó que le diera una bendición. Fue un momento emotivo para mí, porque el Espíritu me susurró al corazón que ese viaje acercaría a Oswaldo al Salvador y a Su Iglesia.

En Suiza, Oswaldo conoció a los misioneros, y finalmente los invitó a su hogar. Con el tiempo, forjó una estrecha amistad con ellos, pero me dijo que, si sacaban el tema del bautismo, no los recibiría más. Imaginen mi sorpresa y mi gozo cuando recibí un correo electrónico suyo en el que me decía que iba a bautizarse. Yo me había unido a la Iglesia en 1981 y Oswaldo se bautizó veinte años más tarde, en mayo de 2001. Recibió su investidura en julio de 2002, y se selló a su esposa en febrero de 2003.

Cuando Oswaldo regresó a Ecuador, compartió su testimonio en una reunión sacramental. Con lágrimas en los ojos dijo: “Mi hermano compartía las palabras de los profetas conmigo. Esas palabras me inspiraban cuando me preparaba para las reuniones de la iglesia a la que asistía antes, y de ese modo muchas personas fueron edificadas. Las palabras de los profetas cambiaron mi vida; por medio de ellas llegué a saber que el evangelio de Jesucristo está de nuevo sobre la tierra en su plenitud, con poder y autoridad”.

En febrero de 2011, Oswaldo y yo fuimos sellados a nuestros padres en el Templo de Guayaquil, Ecuador. Las palabras de los profetas han bendecido a nuestra familia por la eternidad.