2019
Ministrar: ¿Cómo hacerlo a la manera del Señor?
Agosto de 2019


Mensaje de los Setenta

Ministrar: ¿Cómo hacerlo a la manera del Señor?

El presidente Russell M. Nelson nos ha enseñado que “ministrar es simplemente cuidar a las personas, cuidarlas a la manera del Señor”1 ¿Cómo podemos hacerlo para poder preocuparnos y atender sus necesidades temporales y espirituales? A veces, estas necesidades nos pueden parecer evidentes; pero, en otras ocasiones no es tan fácil poder deducirlas.

Al venir a este mundo, uno de los propósitos de obtener un cuerpo físico, es poder experimentar las bendiciones de este y también permitirnos vivir por la fe. Nuestros ojos físicos, en condiciones normales, solo pueden percibir aquellos elementos u objetos que reciben luz y que pueden reflejarla. Sin entrar en mucho detalle en principios de la física, solo aquello que refleja luz, puede percibirse a través del sentido de la visión. Esto es una gran bendición, pero a la vez tiene sus limitaciones; en la ausencia de luz, nuestra visión no percibe objeto alguno.

Cuando Jesucristo vino a este mundo, por su condición especial de ser el Unigénito del Padre, poseía atributos divinos, que le permitían ver más allá de sus ojos físicos. Sus “ojos espirituales” le permitían ver tanto lo que la luz reflejaba como también lo que estaba en el corazón y el alma de las personas. Es así que sentimientos como alegría, frustración y demás emociones, no pueden estar ocultos a su percepción divina. Es precisamente esa capacidad suprema de ver el corazón, la que le permitía poder enseñar y ministrar a quienes le rodeaban, de manera que causaba un impacto eterno en los receptores de tales mensajes y bendiciones.

Si no podemos ver lo que está en el corazón o la mente de nuestros hermanos, ¿cómo entonces es posible que podamos tener un impacto significativo en quienes debemos ministrar? Esta pregunta se hace aun más importante al pensar que debemos procurar bendecir las vidas de quienes están bajo nuestra responsabilidad. La respuesta es clara y sencilla; esta obra no la podemos hacer solos, ni dejarla a nuestro criterio, ya que, nuevamente, nuestro criterio se basará en aquello que nuestros ojos físicos perciben. La guía del Espíritu Santo es clave para poder bendecir verdaderamente a aquellos que están bajo nuestro deber de ministrar.

Es a través de la influencia única del Espíritu Santo que nuestros “ojos espirituales” pueden comenzar a ver, no solo lo que está frente a ellos, sino lo que se guarda en el alma de una persona. “… pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7). No hay otra forma en que podamos cuidar a nuestros hermanos a la manera del Señor, sin que en ese proceso, nos acerquemos y parezcamos más al Salvador.

Ruego que tengamos la humildad, pero también la diligencia, para que nuestra manera de ministrar sea a la manera del Señor. Procuremos su ayuda y la guía del Espíritu Santo que es la clave para que entendamos las necesidades de quienes nos rodean, ya sea en nuestro hogar, o fuera de él. De esta manera seguiremos el ejemplo perfecto del Maestro y seremos bendecidos al seguirle.

Nota

  1. Presidente Russell M. Nelson. Ministrar y Arrepentirse. Capacitación para líderes en Conferencia General, abril 2019.