2019
¡Cualquiera menos él!
Diciembre de 2019


¡Cualquiera menos él!

Imagen
women standing in snow

Ilustración por Phil, i2iIllustration

Cuando oí hablar de la iniciativa navideña “Ilumina el Mundo” y del día mundial de servicio de la Iglesia, pensé: “Qué idea tan bonita. Voy a hacerlo”.

Un par de días antes del día mundial de servicio del 1 de diciembre, me pasó por la cabeza la persona a la que tenía que ayudar. Inmediatamente, pensé: “¡Cualquiera menos él!”. Esa persona me había lastimado profundamente durante muchos años; pero, cuanto más me venía a la mente su nombre, más claro tenía que ese pensamiento había venido del Espíritu.

Le dije a mi esposo lo que estaba pensando, y él dijo que prestar servicio a ese hombre sería bueno para mí. Sin embargo, me sentí extremadamente nerviosa ante la idea de ayudarlo. Sabía que no podía hacerlo por mi cuenta, así que oré para recibir fuerzas y saber a quién debía pedir que me acompañara. Al final, llamé a las misioneras, que aceptaron ir conmigo.

Llegó el 1 de diciembre y estaba tan nerviosa que temblaba al manejar. Oramos juntas cuando llegamos al departamento. Respiré hondo varias veces y llamé a la puerta. El hombre abrió la puerta, pero no pareció reconocerme. Le pregunté si sabía quién era yo. Él creía que yo era solo una de las misioneras. Cuando le dije quién era, se sorprendió, pero se alegró de que hubiera ido a verlo. Hubo un momento incómodo cuando le dije que era un día de servicio en todo el mundo y que queríamos ayudarlo en todo lo que pudiéramos.

Delegué tareas en las misioneras y nos pusimos a trabajar limpiando su departamento. Después de un par de horas, terminamos y nos fuimos. No fue hasta que me dirigía a casa que me di cuenta de que me estaba riendo y me sentía feliz. De repente, me di cuenta de algo muy claramente: el Padre Celestial me había quitado todo el dolor, el pesar, la amargura y la pena. ¡Habían desaparecido!, y me quedé libre de la angustia que había sentido durante tantos años. Mi Padre Celestial me había bendecido con fuerza para, finalmente, perdonar a esa persona. Fue maravilloso lo ligero que sentía mi corazón.

Estoy muy agradecida por haber seguido las indicaciones de ayudar a aquel hombre. Mi amoroso Padre Celestial sabía que necesitaba vivir esa experiencia para poder progresar y parecerme más a la persona que Él quiere que sea.