Liahona
¿Dónde están mis bendiciones prometidas por pagar el diezmo?
Febrero de 2024


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¿Dónde están mis bendiciones prometidas por pagar el diezmo?

El Padre Celestial a menudo otorga bendiciones “significativas, pero sutiles” en lugar de milagros inmediatos cuando pagamos el diezmo.

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Un joven colocando dinero en un sobre de diezmos

Malaquías profetizó que, si le entregamos nuestros diezmos a Dios, entonces Él abrirá las ventanas de los cielos y derramará una bendición “hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10).

Con esa promesa, a menudo escuchamos relatos de bendiciones milagrosas e inmediatas que recibieron aquellos que honraron el mandamiento de pagar sus diezmos. Sin embargo, ¿qué sucede si no recibimos bendiciones similares en nuestros momentos de urgente necesidad temporal? El no ver bendiciones similares acontecer en nuestra propia vida puede ser desalentador. Incluso podríamos preguntar: “¿No se me bendice a ?”.

El élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, nos recuerda que “las ventanas de los cielos se abren de muchas maneras. Algunas son temporales, pero muchas son espirituales. Algunas son sutiles y es fácil pasarlas por alto. Confíen en el tiempo del Señor; las bendiciones siempre llegan”1.

Las enseñanzas del élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, también pueden ayudarnos a ver que las bendiciones que recibimos pueden venir de muchas maneras que tal vez no estemos considerando. Él dijo: “Algunas de las muchas bendiciones que recibimos al obedecer este mandamiento [la ley del diezmo] son significativas, pero sutiles. Esas bendiciones se pueden discernir solo si estamos espiritualmente atentos y somos perceptivos (véase 1 Corintios 2:14)”2.

El buscar y reconocer las significativas pero sutiles bendiciones de pagar un diezmo íntegro puede ayudarnos a entender que Dios está al tanto de nosotros y nos está bendiciendo.

Bendiciones significativas, pero sutiles

La voluntad de Dios no siempre es la misma que la nuestra (véase Isaías 55:8–9). Debido a eso, es posible que las bendiciones de Dios no siempre nos lleguen de la manera que deseamos o esperamos. En este sentido, el élder Bednar proporcionó algunos ejemplos de bendiciones inesperadas que podemos recibir por pagar el diezmo: “A veces, es posible que le pidamos a Dios tener éxito y Él nos dé fortaleza física y mental. Quizás supliquemos por prosperidad y recibamos una perspectiva más amplia y más paciencia; o pidamos ser mejores y se nos bendiga con el don de la gracia. Él puede concedernos convicción y confianza al esforzarnos por alcanzar metas dignas; y cuando suplicamos alivio por las dificultades físicas, mentales y espirituales, quizás Él aumente nuestra resolución y capacidad de recuperación”3.

El élder Bednar también sugirió que a veces “la bendición que recibamos a través de las ventanas celestiales sea una mayor capacidad para actuar y cambiar nuestras circunstancias en lugar de esperar que alguien o algo las cambie”4. Véase, por ejemplo, cómo un matrimonio de Argentina sintió esto en su vida en su relato “¿Por qué siguen pagando los diezmos?”.

El tiempo de Dios

También podemos aprender a confiar en que las bendiciones vienen en el propio tiempo de Dios y a Su propia manera.

El élder Michael John U. Teh, de los Setenta, afirmó: “Cuando obedecemos la ley del diezmo, […] no debemos ponerle al Señor una fecha límite. Algunos tienden a esperar que las bendiciones materiales lleguen en un momento determinado establecido por ellos. Así es como la mayoría pierde la confianza en Sus promesas. Son fieles al principio, pero dejan de obedecer después de un tiempo cuando sus expectativas no se cumplen. Debemos reconocer que todas las cosas se hacen de acuerdo con la voluntad y el cronograma del Señor, y no según los nuestros”5.

Comprender que el cronograma de Dios es diferente al nuestro puede ayudarnos a reconocer mejor que el hecho de que no hayamos tenido un milagro inmediato no significa que no seamos bendecidos.

La sabiduría de Dios

El presidente Dallin H. Oaks, Primer Consejero de la Primera Presidencia, enseñó: “Alguien ha dicho que la vida es lo que nos sucede mientras estamos haciendo otros planes. Debido a las cosas sobre las que no tenemos control, no podemos planificar y llevar a cabo todo lo que deseamos en nuestra vida. En nuestra vida ocurrirán muchas cosas importantes que no hemos planeado, y no todas serán bienvenidas”6.

En nuestro trayecto terrenal, es posible que incluso aquellos que son obedientes a la ley del diezmo experimenten las dificultades económicas del desempleo, emergencias inesperadas, mala administración de las finanzas o salarios estancados. Saber que Dios tiene el control puede ayudarnos a crecer en fe y paciencia mientras buscamos las bendiciones significativas y sutiles del diezmo. Podría ser que algunas de esas dificultades sean en realidad bendiciones que nos ayudarán a crecer a través de la prueba misma.

El élder Hugh B. Brown, del Cuórum de los Doce Apóstoles (1883–1975), relató una vez una lección de ese tipo que aprendió mientras podaba un arbusto de grosellas en una granja de Canadá.

Mientras limpiaba y reparaba su propiedad, se encontró con un grosellero que había crecido unos dos metros de alto y que no producía grosellas, así que lo podó radicalmente, dejando solo pequeños tocones con forma de lágrimas. La vista hizo que pareciera como si el grosellero estuviera llorando y el élder Brown pensó haber oído al arbusto decir:

“¿Cómo pudiste hacerme esto? Estaba creciendo tan maravillosamente […], y ahora me has talado […]. Creí que tú eras el jardinero aquí”.

El élder Brown respondió: “Mira, pequeño grosellero, yo soy el jardinero aquí y sé lo que quiero que seas. Si te permito seguir el camino que deseas, nunca llegarás a nada. Algún día, cuando estés cargado de fruta, me dirás: ‘Gracias, señor Jardinero, por quererme lo suficiente para talarme’”7.

Cuando tenemos dificultades económicas y no vemos las bendiciones prometidas por pagar el diezmo, compungidos podríamos preguntarle a Dios de manera similar: “¿Cómo pudiste hacerme esto? Estoy haciendo todo lo que has pedido y ahora me has fallado”.

En esas ocasiones, podemos tomar un momento para considerar si las pruebas que estamos pasando en realidad no nos traerán grandes bendiciones por las lecciones que aprendemos a lo largo del camino. Podemos aprender a confiar más plenamente en el Jardinero y en las bendiciones que Él tiene reservadas para nosotros si permanecemos cerca de Él.

Esperanza y oraciones continuas

Las sutiles pero significativas bendiciones que Dios nos brinda al pagar el diezmo pueden ayudarnos a superar muchas dificultades del mundo. Nuestro amoroso Padre Celestial adaptará a la perfección esas bendiciones para ayudarnos a crecer y llegar a ser más semejantes a Él. A medida que ponemos en práctica la fe en el reconocimiento y la aceptación de todas las bendiciones que recibimos, podemos ver el cumplimiento de la promesa de Malaquías.

Cuando las dificultades económicas hacen surgir la duda y la desesperación, si cuestionamos con lágrimas en los ojos si somos bendecidos, ¡no abandonemos la esperanza! En vez de ello, podemos orar para ver las bendiciones sutiles y significativas que el Señor nos ha concedido y tener fe en el plan que el Padre Celestial tiene para nosotros.

Como testificó el élder Andersen: “Les prometo que conforme confiemos en el Señor, las bendiciones del cielo llegarán”8.