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Capítulo 1: El propósito de la obra del templo y de historia familiar


Capítulo 1

El propósito de la obra del templo y de historia familiar

El gran plan de felicidad

Antes de nacer, usted vivía con nuestro Padre Celestial. Él deseaba que usted fuera feliz y que llegara a ser como Él, así que presentó un plan para que usted y todos Sus hijos vinieran a la tierra y luego regresáramos a Su presencia. Se ha dispuesto que su vida sea una jornada de vuelta a la presencia de Dios en Su reino celestial.

Dicha jornada no se podría realizar sin la expiación de nuestro Salvador Jesucristo. La expiación del Salvador nos permite a todos arrepentirnos, recibir el perdón de nuestros pecados y resucitar. Al recibir las ordenanzas del Evangelio y al realizar convenios sagrados con Dios y guardarlos, obtenemos la plenitud de las bendiciones de la Expiación.

Una ordenanza es un acto o una ceremonia de carácter sagrado que se realiza por la autoridad del sacerdocio. Algunas ordenanzas son esenciales para lograr la exaltación. Entre ellas se encuentran el bautismo, la confirmación, la ordenación al Sacerdocio de Melquisedec para los varones y las ordenanzas del templo. Todos los miembros de la Iglesia deberían tener la meta de recibir dichas ordenanzas. Cada una de esas ordenanzas esenciales incluyen convenios o promesas que se hacen con Dios.

El presidente Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó la importancia que tienen las ordenanzas y los convenios:

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Presidente Boyd K. Packer

“Las ordenanzas y los convenios constituyen nuestra credencial para entrar en la presencia de Dios. El recibirlos dignamente es la meta principal de la vida; y cumplir con ellos es el objetivo de esta vida. Una vez que nosotros y nuestra familia hayamos recibido estas ordenanzas, estamos obligados a realizarlas vicariamente por nuestros parientes muertos y, en realidad, por toda la familia humana” (“Estar bajo convenio”, Liahona, julio de 1987, pág. 22).

Las familias eternas son parte del plan

Las familias son esenciales en el plan de felicidad de nuestro Padre Celestial. Usted forma parte de una familia celestial y de una familia terrenal. El presidente Gordon B. Hinckley enseñó:

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Presidente Gordon B. Hinckley

“Dios creó la familia y fue Su intención que de ella brotaran la más grande felicidad, los aspectos más satisfactorios de la vida, el gozo más profundo, como resultado de nuestra unión, nuestro amor y nuestra atención los unos para con los otros como padres, madres e hijos” (véase “Lo que Dios ha unido”, Liahona, julio de 1991, pág. 80).

Usted cuenta con el conocimiento del evangelio de Jesucristo y ha recibido por lo menos algunas de las ordenanzas del Evangelio, pero no todos sus familiares han gozado de ese mismo privilegio. Quizás muchos de sus antepasados, incluso algunos de los integrantes de su familia inmediata, hayan fallecido sin haber escuchado el Evangelio ni haber recibido las ordenanzas salvadoras. Nuestro Padre Celestial es justo y misericordioso y ha proporcionado la forma para que ellos reciban estas bendiciones.

Sus antepasados fallecidos se encuentran en un lugar conocido como el mundo de los espíritus, en el cual reciben la oportunidad de escuchar y aceptar el evangelio de Jesucristo. Sin embargo, no pueden recibir las ordenanzas del Evangelio por ellos mismos ni pueden progresar hasta que otras personas efectúen las ordenanzas a favor de ellos.

Usted tiene el privilegio y la responsabilidad de proporcionar a sus antepasados esa dádiva buscando el nombre y los datos correspondientes y asegurándose de que se efectúen las ordenanzas a favor de ellos en el templo. Luego, ellos deciden si aceptan o no la obra que se efectuó a su favor.

Su dedicación a favor de sus antepasados se asemeja a la obra que hizo el Salvador, aunque en una escala mucho menor. El Salvador permite que todos nosotros regresemos a la presencia de nuestro Padre Celestial por medio de la Expiación, y usted ayuda a sus antepasados a recibir las bendiciones que ésta ofrece al efectuar las ordenanzas a favor de ellos. Usted realiza una obra de salvación por ellos, la cual no pueden efectuar por sí mismos.

El profeta José Smith enseñó que los miembros de la Iglesia deben convertirse en salvadores en el monte Sión, él explicó:

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Profeta José Smith

“¿Cómo van a ser salvadores sobre el monte Sión? Edificando sus templos, erigiendo sus pilas bautismales y yendo a recibir todas las ordenanzas… sobre su cabeza, en bien de todos sus antepasados que han muerto, y redimirlos para que puedan salir en la primera resurrección y ser exaltados con ellos a tronos de gloria” (véase Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: José Smith, pág. 505; véase también Abdías 1:21).

La obra del templo y de historia familiar une a las familias. Los esposos y las esposas, al igual que los padres y los hijos, pueden ser sellados mediante las ordenanzas sagradas del templo. La meta de este proceso es que “la cadena completa de la familia de Dios quede ligada en una sola, y que todos lleguen a ser la familia de Dios y Su Cristo” (Joseph F. Smith, Millenial Star, 4 de octubre de 1906, pág. 629).

La misión de Elías

Las llaves del poder sellador del Sacerdocio de Melquisedec le fueron conferidas a Elías, un profeta del Antiguo Testamento. Dicho sacerdocio tiene la autoridad de efectuar ordenanzas que unen a la familia por la eternidad.

Los profetas de la antigüedad predijeron que el regreso de Elías sería antes de la Segunda Venida de Jesucristo. El Señor habló a los nefitas acerca de esa profecía: “Yo os enviaré a Elías el profeta antes que venga el día grande y terrible del Señor; y el volverá el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a sus padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con una maldición” (3 Nefi 25: 5–6; véanse también Malaquías 4: 5–6; D. y C. 2:1; José Smith—Historia 1:38–39). Esa misma profecía fue también uno de los primeros mensajes que Moroni le dio al joven José Smith.

El presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, enseñó:

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Presidente Henry B. Eyring

“Es importante saber por qué el Señor prometió enviar a Elías el profeta. El profeta Elías fue un gran profeta que recibió un extraordinario poder de Dios. Él poseyó el mayor poder que Dios da a Sus hijos: él tuvo el poder para sellar, el poder para que todo lo que atara en la tierra fuese atado en los cielos. … Y el Señor cumplió su promesa de enviar a Elías el profeta. El profeta Elías vino al profeta José Smith el 3 de abril de 1836, precisamente después de la dedicación del Templo de Kirtland, el primer templo que se dedicó después de la restauración del Evangelio” (véase “Teniendo entrelazados sus corazones”, Liahona, mayo de 2005, pág. 78).

Cuando Elías se le apareció al profeta José Smith dijo: “He aquí, ha llegado plenamente el tiempo… para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, y el de los hijos a los padres… Por tanto, se entregan en vuestras manos las llaves de esta dispensación” (D. y C. 110:14–16).

Desde entonces, el poder sellador se ha conferido a los hombres como lo autorice el Presidente de la Iglesia. Los poseedores del sacerdocio hacen uso de dicho poder sellador para efectuar ordenanzas en el templo por personas que estén vivas y fallecidas. El regreso de Elías marcó el inicio de un interés a nivel mundial por la investigación genealógica, la cual continúa aumentando.

El élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó que una mayor influencia del Espíritu Santo acompañó el regreso de Elías:

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Élder Russell M. Nelson

“Elías el Profeta vino para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, y el de los hijos a los padres. Con eso, el afecto natural entre las generaciones comenzó a engrandecerse. Esa restauración fue acompañada por lo que en ocasiones se llama el espíritu de Elías: una manifestación del Espíritu Santo que da testimonio de la naturaleza divina de la familia. De ahí que la gente de todo el mundo —sin importar su afiliación religiosa— se encuentre recopilando registros de familiares fallecidos a un paso cada vez más acelerado.

“Elías no sólo vino para incentivar la investigación de los antepasados, sino que también para hacer posible que las familias se entrelazaran eternamente más allá de los límites de la vida terrenal. En verdad, la oportunidad de que las familias se sellen para siempre es la verdadera razón de nuestra investigación” (“Un nuevo tiempo para la cosecha”, Liahona, julio de 1998, pág. 36).

Las bendiciones de esta obra

El presidente Thomas S. Monson recalcó que los que participan en la obra del templo reciben grandes bendiciones:

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Presidente Thomas S. Monson

“Ésta es una época para edificar templos. Nunca antes se habían construido y dedicado tantos templos. Los templos bendecirán a todos aquellos que asisten a ellos y que se sacrifican para que sean edificados. La luz de Cristo iluminará a todos, aun a aquellos que ya han muerto” (“Porque yo era ciego”, Liahona, julio de 1999, pág. 70).

La obra del templo y de historia familiar les bendecirá y protegerá a usted y a su familia. El presidente Boyd K. Packer hizo la siguiente promesa:

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Presidente Boyd K. Packer

“El Señor nos bendecirá al efectuar la sagrada obra de las ordenanzas del templo. Las bendiciones que ahí recibiremos no se limitarán a nuestro servicio en el templo, sino que seremos bendecidos en todos nuestros asuntos. Nos haremos merecedores de que el Señor se interese en nuestras empresas tanto espirituales como temporales.

“Nuestra obra en el templo nos cubre con un escudo y una protección, tanto individual como colectivamente” (véase Cómo prepararse para entrar en el santo templo, 2002, págs. 39–40).

A medida que prepare su historia familiar y asista al templo para efectuar la obra por sus antepasados, sentirá la influencia del Espíritu Santo con mayor fuerza en su vida; recibirá fortaleza para llevar a cabo la obra y las demás tareas de la vida de una forma más eficaz. Al realizar la obra del Señor, lo conocerá mejor y llegará a ser más como Él.