Historia de la Iglesia
10. Dediquémonos a cultivarnos: Eliza R. Snow


“10. Dediquémonos a cultivarnos: Eliza R. Snow”, At the Pulpit: 185 Years of Discourses by Latter-day Saint Women, 2017, págs. 41–45

“10. Eliza R. Snow”, At the Pulpit, págs. 41–45

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Dediquémonos a cultivarnos

Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete de Salt Lake City

Union Hall, Salt Lake City, Territorio de Utah

18 de febrero de 1869

Cuando era jovencita, Eliza Roxcy Snow (1804–1887) trabajó como secretaria de su padre, quien servía como juez de paz en el condado de Portage, Ohio1. Su temprana exposición a documentos legales y procedimientos parlamentarios la preparó para redactar el borrador de una constitución cuando las mujeres Santos de los Últimos Días de Nauvoo, Illinois, propusieron la creación de un grupo femenino de costura en marzo de 1842. Cuando Snow envió a José Smith la constitución y los estatutos para su aprobación, él elogió sus esfuerzos y a continuación sugirió a las mujeres que, en su lugar, constituyeran una organización oficial de la Iglesia, la cual llegaría a ser la Sociedad de Socorro2. Ella ejerció como secretaria de la Sociedad de Socorro y llevó el libro mayor, el cual contenía las actas, las donaciones y los registros de miembros. En esta responsabilidad, Snow llegó a familiarizarse con los complejos detalles y la amplitud de la labor de las mujeres, de lo cual habló en un discurso veinticinco años después en la Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete de Salt Lake City.

Snow relacionó la fundación de la Sociedad de Socorro de Nauvoo con las nuevas réplicas oficiales de la sociedad en Utah. Llevó consigo el libro de actas de la Sociedad de Socorro de Nauvoo desde Nauvoo hasta Winter Quarters, Nebraska, y luego hasta el Valle del Lago Salado en 18473. En la década de 1850 surgieron en Utah varias sociedades de socorro y beneficencia, aunque no sobrevivieron a la Guerra Civil y la Guerra de Utah. Snow participó mínimamente en estos grupos; al mismo tiempo oficiaba en la Casa de Investiduras, lo cual requería gran parte de su tiempo y su atención4. Cuando Brigham Young hizo el llamado de que se restableciera la Sociedad de Socorro, primero en 1867 y de nuevo en 1868, nombró a Snow para que ayudase a los obispos a organizar sociedades de socorro en cada barrio5. Más adelante ella recordó: “Para mí fue toda una misión, y disfruté mucho llevándola a cabo. Me sentí muy honrada y muy cómoda con quienes me relacionaba”6. Llevaba consigo el libro de actas de la Sociedad de Socorro de Nauvoo cuando viajaba por todo el Territorio de Utah, y lo utilizaba para mostrar a las líderes de la Sociedad de Socorro la manera de levantar actas y seguir procedimientos correctos7.

Con la influencia de la hermana Snow, la Sociedad de Socorro en Utah proporcionó un marco para que las mujeres actuaran, comprendieran su relación con el sacerdocio y con sus homólogos masculinos, y desarrollaran como mujeres el sentido de autoridad espiritual y secular8. En un artículo publicado en dos partes en el periódico Deseret News en abril de 1868, la hermana Snow explicó: “Esta organización no puede existir sin el sacerdocio, por el hecho de que deriva toda su autoridad e influencia de esa fuente”. Explicó que la Sociedad de Socorro “fue organizada siguiendo el modelo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, con una presidenta que escogía a dos consejeras”9. Ella y otras hermanas que asistían a las reuniones en Nauvoo recordaron más adelante la explicación que dio José Smith en cuanto a las responsabilidades de las mujeres10.

Como parte de la asignación de Snow de ayudar a organizar sociedades de socorro de barrio, y su empeño en explicar las enseñanzas de José Smith a las hermanas, el 18 de febrero de 1869 visitó la Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete, la cual tenía lazos estrechos con la Sociedad de Socorro de Nauvoo11. Entre los asistentes había miembros de la presidencia de la Estaca Salt Lake y varias presidentas y oficiales de otras sociedades de socorro de Salt Lake City12.

Con frecuencia he pensado que, a menos que tuviéramos que hacer más de lo que parecía posible conseguir, no desplegaríamos todo nuestro potencial13.

Para nosotras es una bendición encontrarnos a veces en circunstancias cuyo fin es llevarnos a hacer uso de cada poder y facultad que poseemos. Es cierto que en el momento puede parecer poco deseable, pero tiende a fortalecer y desarrollar nuestras habilidades y a prepararnos para ser de mayor utilidad.

Se nos ha enseñado que cada uno de nosotros en nuestras organizaciones lleva en sí la semilla de toda facultad que se requiere para llegar a ser un dios o una diosa14. Estos pequeñitos en brazos de sus madres tienen el germen de todas las capacidades que nosotras demostramos, ¿y cuál es la diferencia entre ellos y nosotras? Simplemente la falta de desarrollo de ellos, y ese desarrollo requiere cultivación, energía y perseverancia.

La organización de la Sociedad de Socorro Femenina coloca a las hermanas en posición de hacer uso —y por tanto de desarrollar— todas nuestras facultades. De este modo, al hacer el bien a otras personas, nos beneficiamos a nosotras mismas. “Al bendecir, te bendeciré grandemente”15. Y quienes hagan el mayor bien serán los más bendecidos.

Mis hermanas, dediquémonos a cultivarnos para que podamos hacer mucho bien. Somos hijas de nuestro Padre Celestial, y nuestra posición como santos del Altísimo está a la cabeza del mundo.

Tratemos de cumplir con nuestras responsabilidades y de honrar nuestra posición.

Para nosotras, las hermanas, es complicado actuar en una estructura organizada. Nuestros hermanos están acostumbrados a desenvolverse en cuerpos organizados pero nosotras no, y necesitamos una gran dosis del Espíritu y de la sabiduría de Dios para conducirnos. Aunque afrontaremos dificultades, no nos desalentemos nunca, sino sigamos adelante en la senda del deber; y mediante la bendición de Dios y el aliento de nuestros hermanos, superaremos cada obstáculo16. Cuando puedan ver un paso por delante, den ese paso, y no esperen a ver dónde está el siguiente. Si podemos ver un paso no debemos permanecer quietos hasta que podamos ver el camino despejado en la distancia, sino avanzar; y el camino se abrirá ante nosotros, paso a paso. Esto es un principio. Dios requiere que hagamos el esfuerzo, y de este modo prueba nuestra fe y nuestra confianza en Él, y entonces ciertamente extiende Su auxilio. Tenemos un grato ejemplo de este principio aquí, ante nosotras. La hermana Rich informa que el hermano Rich dona a esta sociedad maderos con valor de cincuenta dólares17. Si la sociedad no hubiera dado el paso de prepararse para construir, no habríamos recibido esa generosa donación18.

Esta sociedad ha hecho mucho ya. Dios ha estado con ustedes, mis hermanas, o no habrían podido lograr lo que han logrado; también han tenido la fe y las oraciones de la Primera Presidencia y de su obispo19.

Esta organización es una parte del santo sacerdocio, y tiene la misma relación con el obispo que tenía con José Smith la sociedad que se organizó en Nauvoo; y la idea de una sociedad que actúe en oposición al obispo no solo es inconcebible, sino también una imposibilidad20. En todos sus movimientos, la sociedad actúa conforme a su consejo, y en el momento en que se aparta un paso de esto deja de existir en su orden correcto, y el espíritu de la institución se retira.

Mas en absoluto estoy anticipando que vaya a acontecer algo así. Ustedes tienen una presidenta y consejeras que han aprendido en muchos años de experiencia a respetar y recibir guía de las autoridades que han sido puestas sobre ellas21.

Sin embargo, quiero decirles que tengan cuidado, que actúen con precaución, aunque con empeño.

Siento que debo felicitarles por su éxito; han hecho mucho. Han donado liberalmente y han repartido con igual generosidad22. Confío en que, el año que viene, las necesidades que requieran tomar fondos de su recaudación no sean tan exigentes como en el pasado23.

Y, a propósito, deseo advertir a mis hermanas un poco en cuanto a la compasión: Nuestra compasión, al igual que toda otra emoción, debe ser cultivada. Lo he aprendido por experiencia. Yo no podía creer que una persona procurase caridad a menos que realmente la necesitara, y se me había pedido ayuda muchas veces antes de que me atreviera a cuestionar mi compasión; pero “por lo que padecí aprendí sabiduría”24.

Como sociedad para el socorro de los pobres, es su deber y competencia ser plenamente conscientes de las circunstancias de quienes solicitan su ayuda25. He conocido casos de personas que han recibido caridad cuando tenían guardadas grandes cajas llenas de buenas joyas, etc.26. No vacilen en informarse; quienes verdaderamente estén necesitados no disimularán, ni evitarán que se indague. Ustedes necesitan que la sabiduría de Dios las guíe en estos asuntos, a fin de no privar al menesteroso ni consumir innecesariamente sus fondos.

Cada miembro de la sociedad debe estudiar para saber cuál es su lugar, y cumplir con integridad a fin de honrarse a sí misma, y todas avanzar como una maquinaria perfecta en todas sus partes27. Ninguna se exceda ni en lo más mínimo presione a otras personas. Por ejemplo, les diría a las maestras o al comité visitante que han de visitar a las hermanas que se les han asignado; verificar las circunstancias de aquellas a quienes visitan y dar un informe a las autoridades correspondientes cuya competencia es distribuir o administrar según sea necesario28. Y si este principio se aplica en cada departamento, la sociedad avanzará como un reloj.

Debemos aprender a actuar por principios, no por emociones; a menudo tenemos ocasión de echar el freno a nuestros sentimientos, y con un fuerte dominio de la restricción mantenerlos bajo el debido control, ya que el tentador procurará suscitar celos y envidias por este cauce. Frenen todo sentimiento de esa naturaleza. En ocasiones tal vez pensemos que tal o cual persona no nos ha tratado con el debido respeto, pero recordemos que “es mejor sufrir lo malo que hacer lo malo”29. Actuemos con nobleza, como corresponde a los santos de Dios y a las hijas de Abraham, y tengamos siempre en mente que los más grandes y los más nobles son los más condescendientes.

Esta es una rama, y hay muchas ramas, pero todas ellas constituyen una Sociedad de Socorro Femenina tal como fue organizada por José Smith. Que cada miembro cumpla con su responsabilidad y procure ser honorable a fin de hacer honorable esta sociedad. Seamos humildes y apreciemos el Espíritu de Dios, para que podamos aumentar en sabiduría y conocimiento, y alcancemos la verdadera y noble femineidad, para que podamos convertirnos en lo que en el principio fuimos creadas para ser: una ayuda idónea para nuestros hermanos.

Conforme a las instrucciones que dio el profeta José en el momento en que fue organizada por primera vez, esta sociedad está pensada para ser un apoyo para el obispo y los élderes de Israel. Al ministrar al pobre, ustedes ya han ayudado a su obispo y han aliviado sus preocupaciones, y cada esfuerzo que corresponde a la competencia de una mujer redunda en la Sociedad de Socorro Femenina30.

En un reciente discurso ante la S.S.F. [Sociedad de Socorro Femenina] del Barrio Quince, el presidente Young creó una amplia plataforma y señaló una extensa área —o áreas— de trabajo que pueden parecer demasiado para realizar en esta generación31.

Deseo fervientemente que todas podamos progresar día a día, para que cuando los fieles sean llamados como se nos ha enseñado que lo serán, podamos ser contadas entre ellos.

Mis hermanas, tienen mi bendición, y ruego que podamos recibir gracia para vencer lo malo con lo bueno —tener el poder para resistir toda tentación—, obtener la fe de los que nos precedieron y alcanzar la victoria sobre todas las cosas que se interpongan en nuestro camino al Reino Celestial.

  1. Eliza R. Snow, “Sketch of My Life”, en The Personal Writings of Eliza Roxcy Snow, editado por Maureen Ursenbach Beecher, Logan: Utah State University Press, 2000, pág. 6; Maureen Ursenbach Beecher, “Eliza of Ohio: The Early Years”, en Eliza and Her Sisters, editado por Maureen Ursenbach Beecher, Salt Lake City: Aspen Books, 1991, pág. 33.

  2. Sarah M. Kimball, “Auto-Biography”, Woman’s Exponent, tomo XII, nro. 7, 1 de septiembre de 1883, pág. 51. Kimball, que asistió a la segunda reunión de la reorganizada Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete de Salt Lake City el 13 de febrero de 1868, relató la historia de la primera constitución de Eliza R. Snow para la Sociedad de Socorro de Nauvoo. (Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, tomo II, 1868–1877, 13 de febrero de 1868, pág. 58, Biblioteca de Historia de la Iglesia [CHL, por sus siglas en inglés]).

  3. “Jedediah M. Grant—Joseph B. Noble Company (1847)”, Mormon Pioneer Overland Travel, 1847–1868, accedido el 21 de diciembre de 2015, history.lds.org; Jill Mulvay Derr y Carol Cornwall Madsen, “Preserving the Record and Memory of the Female Relief Society of Nauvoo, 1842–1892”, Journal of Mormon History, tomo XXXV, nro. 3, verano de 2009, pág. 90.

  4. Richard L. Jensen, “Forgotten Relief Societies, 1844–67”, Dialogue: A Journal of Mormon Thought, tomo XVI, nro. 1, primavera de 1983, págs. 105–125; véanse también Eighteenth Ward, Salt Lake Stake, General Minutes, tomo V, 1854–1857, 6 de septiembre de 1855, pág. 9, Biblioteca de Historia de la Iglesia; Snow, “Sketch of My Life”, págs. 32, 265n49.

  5. Brigham Young, “Remarks”, Deseret News, 18 de diciembre de 1867; Brigham Young, “Remarks”, Deseret News, 13 de mayo de 1868; Snow, “Sketch of My Life”, pág. 35. Fragmentos del libro de Eliza R. Snow se publicaron también en Jill Mulvay Derr, Carol Cornwall Madsen, Kate Holbrook y Matthew J. Grow, editores, The First Fifty Years of Relief Society: Key Documents in Latter-day Saint Women’s History, Salt Lake City: Church Historian’s Press, 2016, págs. 268–269.

  6. Snow, “Sketch of My Life”, pág. 35; Derr et al., First Fifty Years, pág. 268.

  7. Derr y Madsen, “Preserving the Record and Memory”, págs. 88–117.

  8. Véase Derr et al., First Fifty Years, págs. XVII–XXXIX.

  9. Eliza R. Snow, “Female Relief Society”, Deseret Evening News, 18 de abril de 1868. Si desea ver una transcripción de este artículo de dos partes, consulte Derr et al., First Fifty Years, págs. 270–275.

  10. Sarah M. Kimball recordó más tarde que José Smith organizó a las mujeres “bajo la dirección del sacerdocio y conforme al modelo del sacerdocio”. John Taylor, que estuvo presente en la primera reunión, declaró que las mujeres estaban ahora “organizadas conforme a la ley de los cielos”. (Kimball, “Auto-Biography”, pág. 51; Nauvoo Relief Society Minute Book, 17 de marzo de 1842, pág. 14, en Derr et al., First Fifty Years, pág. 36; véanse también, por ejemplo, el discurso de Bathsheba W. Smith en la Estaca Pioneer, en Clara L. Clawson, “Pioneer Stake”, Woman’s Exponent, tomo XXXIV, nros. 2–3, julio–agosto de 1905, pág. 14; Mercy R. Thompson, “Recollections of the Prophet Joseph Smith”, Juvenile Instructor, tomo XXVII, nro. 13, 1 de julio de 1892, págs. 398–400; y Eliza R. Snow, en Spring City Ward, Sanpete Stake, Relief Society Minutes and Records, tomo II, 1878–1901, 23 de junio de 1878, pág. 16, Biblioteca de Historia de la Iglesia).

  11. En su primera reunión, el 16 de agosto de 1856, el obispo Thomas Callister enseñó a las mujeres que esta nueva organización era “una continuación de la que se organizó en Nauvoo”. En la siguiente reunión, Callister reiteró su esperanza de que “esta sociedad… sea organizada conforme al modelo que se estableció en Nauvoo. Él deseaba que se estableciera sobre un fundamento permanente”. Leyó en voz alta un sermón de José Smith a la Sociedad de Socorro de Nauvoo, e invitó a las hermanas a compartir sus propios recuerdos. El Barrio Diecisiete comprendía nueve cuadras entre las calles 200 North y South Temple, y las calles Main Street y 200 West. (Seventeenth Ward, Salt Lake Stake, Relief Society Minutes and Records, tomo I, 1856–1870, 16 y 21 de agosto de 1856, Biblioteca de Historia de la Iglesia; Andrew Jenson, Encyclopedic History of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, Salt Lake City: Deseret News, 1941, pág. 751).

  12. También hablaron Sarah M. Kimball, Zina D. H. Young, Marinda N. Hyde, Margaret T. Smoot y Bathsheba W. Smith. Cada una de ellas había sido miembro de la Sociedad de Socorro de Nauvoo. Esta reunión celebraba el primer aniversario de la Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete. (Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, 18 de febrero de 1869, pág. 145).

  13. Snow describió sus impresiones de las opiniones de Brigham Young sobre las mujeres: “Si alguna de las hijas y madres en Israel se siente limitada en lo más mínimo en su condición actual, ahora encontrará una amplia gama de cada poder y capacidad para hacer el bien con los que ha sido tan liberalmente investida… El presidente Young ha dado vuelta a la llave hacia una esfera de acción y de servicio amplia y extensa”. (Snow, “Female Relief Society”).

  14. Véase Doctrina y Convenios 76:58; 132:20. En un discurso pronunciado en el Tabernáculo de Salt Lake el 8 de agosto de 1852, Brigham Young declaró que “el Señor nos creó a ustedes y a mí con el propósito de llegar a ser dioses como Él, cuando hayamos sido probados en nuestro estado actual y hayamos sido fieles en todas las cosas que Él haya puesto en nuestras manos. Somos creados y nacemos con el propósito expreso de progresar desde el humilde estado del ser humano, hasta convertirnos en dioses como nuestro Padre en los cielos”. (Journal of Discourses, 26 tomos, Liverpool: Varias editoriales, 1855–1886, tomo III, pág. 93; véase también “Llegar a ser como Dios”, Temas del Evangelio, accedido el 4 de mayo de 2016, lds.org).

  15. Véase Génesis 22:17.

  16. Al principio de la reunión, Albert Merrill “dijo que se alegraba de ver el espíritu que manifestaban las hermanas al esforzarse por hacer lo bueno y ayudar a edificar la Iglesia de Dios. Dijo que hay trabajo para todos, tanto hombres como mujeres… A todos nos interesa edificar este reino; si somos sus ciudadanos, lo heredaremos por siempre jamás”. (Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, 18 de febrero de 1869, pág. 146).

  17. Según su informe anual, la Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete había adquirido $150 dólares en maderos para su edificio. Puede que esos maderos fueran donados por Joseph C. Rich, que anteriormente había asistido a una fiesta de la sociedad, donde también dirigió la palabra. (Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, “Annual Report for 1868”, pág. 144; 18 de febrero de 1869, pág. 152).

  18. En una reunión del comité visitante, Rhoda Marie Carrington propuso que el comité recaudase dinero para financiar la construcción de un salón de reuniones para la Sociedad de Socorro. La deliberación sobre el edificio se llevó a cabo un mes más tarde, en una reunión posterior del comité visitante. (Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, 10 de diciembre de 1868, pág. 136; 14 de enero de 1869, pág. 153).

  19. En febrero de 1869, la Primera Presidencia estaba formada por Brigham Young; el Primer Consejero, George A. Smith; y el Segundo Consejero, Daniel H. Wells. En febrero de 1869, mientras el obispo Nathan Davis, del Barrio Diecisiete, estaba fuera por asuntos de negocios, George Morris prestó servicio como “obispo en funciones”. Brigham Young había aconsejado específicamente a los obispos: “Ahora bien, obispos, muchos de ustedes tienen por esposas a mujeres inteligentes; dispongan que ellas organicen sociedades de socorro femeninas en los diversos barrios. Contamos con muchas mujeres talentosas… descubrirán que las hermanas serán la parte esencial de esta causa”. (Andrew Jenson, Latter-day Saint Biographical Encyclopedia: A Compilation of Biographical Sketches of Prominent Men and Women in the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 4 tomos, Salt Lake City: Andrew Jenson History Co., 1901–1936, tomo I, págs. 37, 62; Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, 18 de febrero de 1869, pág. 147; Brigham Young, “Remarks”, Deseret News, 18 de diciembre de 1867).

  20. Véase Derr et al., First Fifty Years, págs. XXVI–XXXIV; véase también Dallin H. Oaks, “Las llaves y la autoridad del sacerdocio”, Liahona, mayo 2014, págs. 49–52.

  21. La presidenta de la Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete, Marinda N. Hyde, fue miembro de la Sociedad de Socorro de Nauvoo, a la cual se unió en la primera reunión el 17 de marzo de 1842. Había servido como tesorera de la Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete, reemplazando a Bathsheba W. Smith el 21 de agosto de 1856. Una presidenta, dos consejeras y otros oficiales habían de “llevar a cabo los designios de la institución”, tal como recomendó José Smith en la Sociedad de Socorro de Nauvoo. (Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, tomo I, 1856–1870, 21 de agosto de 1856; Nauvoo Relief Society Minute Book, 17 de marzo de 1842, pág. 8, en Derr et al., First Fifty Years, pág. 31).

  22. Por ejemplo, durante ese período las donaciones registradas en las actas de la Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete incluían tela, melocotones (duraznos), azúcar, alfombras de retales, papel, hilo, harina, café, manzanas, dinero en efectivo, carne de cerdo, jabón, ropa, zapatos y velas. (Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, 13 de febrero – 23 de abril de 1868, págs. 62–76).

  23. La tesorera era Elizabeth A. Felt. Según el informe anual que se dio en esa reunión, la Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete había recolectado un total de $1.238,32 dólares el año anterior, incluyendo dinero en efectivo y donaciones. Habían desembolsado $854,85 dólares en efectivo, $12,50 en pedidos de tienda y $188,12 en mercancías. Habían quedado $182,85 dólares en efectivo. (Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, “Annual Report for 1868”, pág. 144).

  24. Véase Hebreos 5:8.

  25. El obispo en funciones, George Morris, había dado detalles concretos “de casos particulares de personas del barrio que dependían completamente de la caridad para su sustento. Él expresó su total satisfacción respecto a la dirección seguida por la S.S.F.[Sociedad de Socorro Femenina]”. (Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, 18 de febrero de 1869, pág. 148).

  26. En una reunión tres meses después, el comité visitante informó de un encuentro con una tal señora Frazier. Acatando la instrucción de Snow de investigar las circunstancias de los necesitados, las visitantes pidieron mirar en sus arcones para verificar su situación financiera. Al principio Frazier rehusó, luego levantó parcialmente la tapa de un arcón, pero la cerró para evitar que las mujeres vieran lo que había dentro. El obispo dio instrucciones de que no se diera ayuda a Frazier, e indicó que él trabajaría directamente con ella. (Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, 27 de mayo de 1869, pág. 177).

  27. George B. Wallace, presidente en funciones de la Estaca Salt Lake, había dicho anteriormente en la reunión: “Todo llamamiento es honorable: el honor consiste en honrar el llamamiento al que somos llamados, y en honrarnos a nosotros mismos en ese llamamiento”. (Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, 18 de febrero de 1869, pág. 146).

  28. Marinda N. Hyde, presidenta de la Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete, previamente había dado instrucciones a las maestras visitantes de que “deben consultar con su presidenta cualquier asunto que requiera la atención de la sociedad, y todo irá bien”. (Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, 9 de julio de 1868, pág. 94).

  29. Platón, Gorgias, 473a–475e.

  30. En un momento anterior de la reunión, George Morris dijo: “El objeto de esta sociedad es trabajar en conexión con el sacerdocio para ayudar al obispo a buscar y administrar las necesidades del pobre, al consolar al enfermo y al afligido, etc.”. (Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, 18 de febrero de 1869, pág. 147).

  31. El 4 de febrero de 1869, Brigham Young se dirigió a las sociedades de socorro de la Iglesia desde el centro de reuniones del Barrio Quince, y elogió los esfuerzos y las actividades de las mujeres. Alentó a las niñas a adquirir una educación académica, aconsejó a las mujeres que buscaran empleos significativos con los que contribuir a la comunidad, y habló sobre la responsabilidad de las madres de disciplinar a sus hijos y de llevarlos a la escuela para que recibieran una educación formal. También alentó a las mujeres a que aprendieran contabilidad y trabajasen en sociedades mercantiles y oficinas de telégrafos, dejando el trabajo más físico para los hombres. En la siguiente reunión de la Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete, Serepta M. Heywood pidió que se leyera en voz alta el discurso de Young. “Se propuso y se aprobó por unanimidad que el discurso fuera incluido en el libro de registros de la sociedad”. (Brigham Young, “An Address to the Female Relief Society”, Deseret News, 24 de febrero de 1869; Seventeenth Ward Relief Society Minutes and Records, 4 de marzo de 1869, págs. 153, 154–161).