2019
“¿Sabes una cosa Pola? Nos mandan a Tierra del Fuego…”
Octubre de 2019


Ésta es mi estaca

“¿Sabes una cosa Pola? Nos mandan a Tierra del Fuego…”

Así le dio la noticia a su esposa el hermano Francisco C. Isa, oriundo de Tucumán, Argentina; bautizado el 7 de marzo de 1964, junto a su esposa, Apolinaria Briz, miembro desde el 6 de abril de 1956. El hermano Isa trabajaba en una importante empresa constructora que anunciaba su reubicación en Río Grande, Tierra del Fuego.

Una vez en la isla, la familia Isa extrañaba la calidez que por tantos años les había ofrecido la hermandad de vivir el Evangelio y asistir semanalmente a una capilla.

En octubre de 1978, en el entonces desolado pueblo, el hermano Isa se contactó con un operador de radio local al cual le preguntó si conocía algún miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la zona. El operador amablemente le ofreció la oportunidad de pasar un anuncio en la radio, mencionando su interés en conocer a miembros de la Iglesia y proporcionando su dirección.

A fines de noviembre de ese mismo año, viajaron a Buenos Aires a pasar las fiestas con sus familiares. Al regresar a Río Grande, el 2 de enero de 1979, encontraron en la puerta de su casa unos papeles indicando los nombres de dos miembros de la Iglesia. Así comenzaron a congregarse algunos santos, que habían venido de Chile y de diferentes provincias de Argentina, en la isla de Tierra del Fuego.

Pasaron los años y, luego de muchos sacrificios, comenzaron a crecer ramas tanto en Río Grande como en Ushuaia. Se realizaron bautismos en las aguas heladas del río o en piletas improvisadas. El clima adverso y una geografía tan complicada como bella fueron el comienzo de la obra en esta remota parte de la viña.

En 1986 se organizó el Distrito Tierra del Fuego, con el hermano Rubén A. Morresi como el primer presidente. El nuevo distrito abarcaba ambas ciudades. Años después se dividirían en dos distritos, uno en cada una de las ciudades mencionadas.

En junio de 2017 ambos distritos se fusionaron nuevamente, con el hermano Diego Oroná como su presidente. La obra continuó; la migración, el esfuerzo y el ministrarse unos a otros, conjuntamente con la labor de heroicos misioneros que servían bajo la inspirada dirección de varios presidentes de misión, confluyeron en un acontecimiento memorable ya descrito en las Escrituras:

“… y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).

“Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no escatimes; alarga tus cuerdas y fortalece tus estacas.

“Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda, y tu descendencia heredará naciones y habitará las ciudades desoladas” (Isaías 54:2–3).

El domingo 2 de junio de 2019, en Ushuaia, Tierra del Fuego, Argentina; el élder Mark A. Bragg, de la Presidencia del Área Sudamérica Sur, acompañado por el presidente Claudio Salerno, de la misión Comodoro Rivadavia, declaró:

“Se propone la aprobación de la creación de la Estaca Tierra del Fuego, Argentina. Todos los que estén de acuerdo con esta proposición, sírvanse manifestarlo levantando la mano”.

Entre lágrimas de gozo quedó constituida la estaca más austral del planeta.

La Estaca Tierra del Fuego está integrada por los miembros de los barrios: Andino, Ushuaia, Monte Olivia, Austral, Chacra, y las ramas Río Grande y Puerto Williams, Chile.

El élder Mark A. Bragg, en representación de la Primera Presidencia, apartó a los hermanos Lucas D. Romano, como presidente de la estaca, y a los hermanos Esteban R. Manquecoy y Heber L. Frau como consejeros.

A las mentes de los pioneros llegaron recuerdos de tres décadas y media antes, cuando la familia Álvarez esperaba en su pequeña cocina a quienes los visitaban, para tener las reuniones dominicales, con pan recién horneado y chocolate caliente. Ellos venían de caminar en la nieve largas distancias, a veces con vientos de hasta 120 km. Cuando llegaban se calentaban alrededor de una improvisada estufa a leña.

Una pionera de aquellos tiempos comentó: “A veces las lágrimas en nuestros ojos brotaban por sentir el Espíritu y otras tantas por el humo de la leña encendida que llenaba el pequeño ambiente”.

Estos hermanos sabían y confiaban en que llegaría el día en que nos congregaríamos para celebrar la creación de una estaca, establecida en su ejemplar amor por la obra y por el prójimo.

Por la perseverancia y el constante ministerio entre aquellos que el Señor estaba trayendo de otros lugares hasta las ciudades más al sur del planeta, se organizó esta estaca ante la presencia de 800 hermanos reunidos en la capilla del barrio Ushuaia, y en capillas de Río Grande y de Puerto Williams (en Chile).

Ese domingo fuimos testigos de cómo el Señor estableció una estaca más, para ser parte de la gran Sion que llegará hasta los confines de la Tierra.