Liahona
Hallar significado en la espera
Enero de 2024


Solo para la versión digital: Jóvenes adultos

Hallar significado en la espera

Cristo nos da la fortaleza y la gracia para disfrutar dónde estamos y para mirar hacia el futuro.

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Una mujer sentada sola en una banca

Tengo cinco hermanas mayores que se casaron a los veinte años. Al crecer, esperaba que mi vida se pareciera a la de ellas, pero no fue así. Me gradué de la universidad sin prometido ni perspectivas serias de tener una relación, comencé una carrera, volví a casa con mis padres por un tiempo, viajé, compré una casa, tuve compañeras de cuarto increíbles y tracé mi propio curso. Nunca me sentí excluida en mi familia, pero hubo ocasiones en las que me pesaba ser soltera y quería tener un esposo e hijos como mis hermanas.

¿Y no era eso lo que Dios quería para mí también?

No siempre me sentía sola, por supuesto, y ciertamente sabía que Dios no me había abandonado; tenía muchas bendiciones increíbles en mi vida. Podía centrarme en mi salud espiritual y mental, trabajaba como voluntaria y conocía a gente increíble, y tenía tiempo y energía para servir de formas únicas. Cuando me sentía desanimada, me repetía a mí misma que estaba aprendiendo y creciendo, y que Dios estaba al tanto de mí.

La espera vale la pena

Con el tiempo me casé y valió la pena esperar. Unos días después de nuestra boda, tuve una idea muy clara: “Estoy muy agradecida por la espera. No la cambiaría por nada”.

Sinceramente, me sorprendió un poco este momento de revelación. ¿No habría querido conocer a mi esposo mucho antes? Pero en lo que respecta a mí, era una mejor persona y cónyuge por todo lo que había aprendido y experimentado mientras esperaba esta bendición eterna. Sin ese tiempo, me habría perdido de mucho crecimiento.

Por supuesto, los tiempos de una persona no son mejores o peores que los de otra. El momento del matrimonio depende de ti y de Dios, y el crecimiento puede darse en cualquier etapa de la vida: ya seas casado o soltero, con o sin hijos, etc. Además, seguiría aprendiendo y creciendo; obviamente, el matrimonio no es un destino final en nuestro crecimiento y desarrollo espiritual. Pero en mi caso, hubo experiencias cruciales que probablemente no habrían ocurrido en otras circunstancias, y estoy agradecida por cómo han moldeado lo que soy.

Lugar para la satisfacción y la esperanza

Una noche, años antes de conocer a mi futuro esposo, encontré este pasaje en Filipenses: “Pues he aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, tanto para estar saciado como para tener hambre, tanto para tener abundancia como para padecer necesidad” (4:11–12).

Este pasaje de las Escrituras me sorprendió. Pablo estaba escribiendo sobre dificultades muy distintas a las mías, pero el mensaje para mí fue que es posible tener paz y felicidad en nuestras circunstancias actuales y esperanza en el futuro al mismo tiempo. Podía estar saciada y hambrienta a la vez. Podía vivir mi vida al máximo y estar agradecida por el tiempo que tenía para estar soltera, y podía esperar y esforzarme por casarme. Había sitio para ambas cosas.

¿Y cómo era posible? La respuesta está en el versículo que sigue: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Cristo nos da la fortaleza y la gracia para disfrutar dónde estamos y para mirar hacia el futuro.

No desperdiciar la espera

He vuelto a estos pasajes de las Escrituras una y otra vez. Se refieren a mucho más que a la soltería. Estamos constantemente en diferentes períodos de espera en nuestra vida: esperando bendiciones o respuestas o cambios importantes en la vida. Mi esposo y yo ahora mismo hemos estado esperando y deseando tener hijos. He visto cómo hermanas y amigas quedaban embarazadas y tenían hijos mientras nosotros orábamos y esperábamos la misma bendición.

Esta espera ha sido difícil y a menudo desgarradora, pero al mismo tiempo ha habido muchas bendiciones y oportunidades. He podido terminar un posgrado, progresar en mi carrera, crear un hogar donde la familia y los amigos se sienten amados y bienvenidos, continuar sirviendo en la Iglesia y como voluntaria, y buscar revelación y dirección personal. Mi esposo y yo estamos tratando de utilizar este tiempo para llegar a ser el tipo de personas (y espero que de futuros padres) que Dios desea que seamos. No podemos acortar la espera, pero podemos tratar de no desperdiciarla.

A veces, es difícil mantener esa perspectiva. Como escribió Pablo, a veces estamos “saciados” y otras veces tenemos “hambre”. Es por medio de Cristo y de Su gracia que somos capaces de estar ambas cosas a la vez, de encontrar ese cuidadoso equilibrio entre la satisfacción y la esperanza. Cuando gran parte de la vida consiste en esperar, intento no perderme las bendiciones y las lecciones que pueden llegar al mismo tiempo.