Liahona
Edificar un amor duradero: Una guía para afrontar desafíos durante una relación
Abril de 2024


Solo para la versión digital: Jóvenes adultos

Edificar un amor duradero: Una guía para afrontar desafíos durante una relación

Los autores viven en Suecia.

Después de comprometernos, enfermé y no estaba segura de si la relación iba a sobrevivir.

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Una pareja tomada de la mano y orando

Claudiana: Poco después de que Gustavo y yo nos comprometimos, enfermé gravemente. Visitamos a varios médicos, pero ninguno sabía lo que me sucedía. La mayoría de los alimentos me caían mal y pasaba semanas en el hospital vomitando y perdiendo sangre. Mi calidad de vida disminuía con rapidez.

Las semanas se convirtieron en meses y los meses en años, y aún no tenía un diagnóstico. La medicación que me dieron para tratar los síntomas me produjo hinchazón y causó que perdiera el cabello, no tardé en estar irreconocible.

Me sentía como un monstruo deforme y le dije a Gustavo que entendería que quisiera romper conmigo. Yo no quería comprometer su felicidad. Sin embargo, sus ojos aún brillaban cada vez que me miraba y se negó a abandonarme. Fue entonces cuando supe que había hallado el amor verdadero.

Después de cuatro largos años, finalmente me diagnosticaron una forma agresiva de la enfermedad de Crohn y comencé a tratarme con un medicamento de alta tecnología. Me volvió a crecer el cabello y desapareció la hinchazón. Cinco años y medio después de conocernos, Gustavo y yo finalmente nos casamos en el templo.

El hecho de que Gustavo y yo siguiéramos juntos sin ninguna garantía de mi recuperación tal vez sorprenda a algunas personas, pero tanto él como yo tomamos ciertas decisiones antes de la enfermedad, y durante esta, que nos ayudaron a establecer una relación duradera. Si tú y tu pareja afrontan pruebas mientras salen en citas, aquí tienen algunos principios que nos ayudaron a Gustavo y a mí, y que pueden ayudarlos a ustedes también.

Aclarar las expectativas

Gustavo: En nuestra primera cita, Claudiana mencionó algunas cosas importantes que quería que supiera de ella.

  1. No quería salir conmigo solo para tener novio. Ella quería encontrar a alguien que estuviera buscando una relación que, con el tiempo, pudiera conducir al matrimonio.

  2. Quería un cónyuge que compartiera sus valores y creencias.

En ese momento yo no era miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Claudiana dejó en claro que, aunque no quería imponerme su fe, creía que compartir valores conduciría a un matrimonio más saludable y feliz.

Claudiana: Me preocupaba que Gustavo pensara que estaba loca por decirle aquello en nuestra primera cita, pero quería que él entendiera mis expectativas y que no iba a dedicar tiempo a una relación que pudiera terminar en desilusión. Gustavo respetaba mis normas y estaba interesado en mi religión y, gracias a ello, estuve dispuesta a darle una oportunidad. El aclarar mis expectativas nos permitió tener un entendimiento común desde el principio de nuestra relación y reforzó nuestro compromiso mutuo cuando las cosas se pusieron difíciles.

Apoyarse mutuamente con fidelidad

Claudiana: Mi fe comenzó a debilitarse en el momento más álgido de la enfermedad. Pensé que el Padre Celestial no escuchaba mis oraciones y me preguntaba qué había hecho yo para merecer ese sufrimiento. Durante una prueba médica en el hospital tuve tanto dolor que pensé que me iba a morir. En ese momento temí por mi vida y por mi futuro, pero Gustavo me tomó de la mano y me recordó las cosas que yo solía enseñarle cuando él estaba conociendo la Iglesia.

“Ahora es el momento de poner en práctica esas enseñanzas”, dijo él. “Debes tener fe”.

Me hizo pensar en Éter 12:12: “Porque si no hay fe entre los hijos de los hombres, Dios no puede hacer ningún milagro entre ellos; por tanto, no se mostró sino hasta después de su fe”. Gustavo me ayudó a creer en un milagro; sin él, tal vez habría perdido la esperanza. Me recordó el amor eterno y el poder habilitador del Padre Celestial y de Jesucristo, y que yo no estaba fuera del alcance de Sus bendiciones prometidas. Estoy eternamente agradecida porque él me ayudó a mantener vivo en mí el fuego de la fe.

Gustavo no solo me apoyó (y sigue apoyándome) espiritualmente, sino que también me apoyó emocionalmente. Cuando estaba enferma, la gente se compadecía y sentía lástima por mí, pero Gustavo no. Claro que él escuchaba mis preocupaciones y me sostenía cuando lloraba, pero también me animaba, bromeaba conmigo y me sacaba de la casa cuando estaba deprimida. Gustavo fue una luz para mí durante esa época oscura y contribuyó a infundir en mí la confianza de que sanaría de mi enfermedad.

Si tu pareja está teniendo dificultades, haz cosas que la eleven, demuéstrale que te importa, apóyala cuando esté feliz y cuando esté triste. Ayúdala a fortalecer su relación con el Padre Celestial y con Jesucristo. Gustavo hace esas cosas. Su optimismo y amor nos ayudaron a establecer una relación que resistió a mi enfermedad.

Priorizar la buena comunicación

Gustavo: La enfermedad de Claudiana no ha sido nuestra única dificultad. Mientras salíamos en citas, de vez en cuando había momentos de fricción entre ambos. Un día decidimos sentarnos y conversar sobre aquello que hacíamos que lastimaba al otro o hacía que se sintiera incómodo.

Aquella conversación supuso un cambio enorme porque nos dimos cuenta de algunos comportamientos que no teníamos idea de que estaban afectando a nuestra conexión. Es imposible leer la mente de otra persona, así que era importante ser sinceros en cuanto a lo que estaba funcionando en la relación y lo que no. A medida que Claudiana y yo continuamos expresando nuestras necesidades el uno al otro y pedimos ayuda al Padre Celestial para vencer nuestras debilidades (véase Éter 12:27), podemos sortear mejor los conflictos y los desacuerdos.

Ladrillo a ladrillo

Claudiana y Gustavo: Como miembros de la Iglesia, puede ser fácil esperar que Dios nos diga exactamente con quién casarnos y luego nos conceda una relación perfecta. La verdad es que, aunque el Padre Celestial puede hacer que “para los que aman a Dios, todas las cosas obr[e]n juntamente para su bien” (Romanos 8:28), Él valora demasiado nuestro albedrío como para tomar esas decisiones por nosotros.

El presidente Dieter F. Uchtdorf, en aquel entonces Segundo Consejero de la Primera Presidencia, enseñó:

“Los grandes matrimonios se edifican un ladrillo por vez, día tras día, durante toda una vida.

“Y esa es una buena noticia.

“Porque no importa cuán plana sea su relación en el presente, si siguen añadiendo piedritas de bondad, compasión, atención, sacrificio, comprensión y abnegación, con el tiempo una gran pirámide comenzará a elevarse.

“Si parece que toma mucho tiempo, recuerden: ¡el matrimonio tiene el objeto de durar por la eternidad!”1.

Si estás en una relación con alguien que esté pasando por problemas serios de salud u otras dificultades que puedan afectar el futuro de ustedes, cree en el poder de Dios para ayudar. Con espíritu de oración, delibera en consejo con Él y procura revelación para tus circunstancias particulares a fin de saber cómo avanzar. Al hacer participar al Padre Celestial y a Jesucristo en su relación, guardar sus convenios, centrarse en sus valores compartidos, apoyarse el uno al otro y dar prioridad a la buena comunicación, ustedes también pueden edificar un amor duradero.