Liahona
Cómo fortalecer los sentimientos de paz en las relaciones
Abril de 2024


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Cómo fortalecer los sentimientos de paz en las relaciones

“A medida que sigamos al Príncipe de Paz, nos convertiremos en Sus pacificadores”1.

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Jesucristo

Antes de que Jesucristo sufriera en Getsemaní, consoló a Sus discípulos diciendo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo” (Juan 14:27; véanse también los versículos 26–31).

Como seguidores de Jesucristo, una de nuestras metas es emular Su ejemplo para que podamos regresar a nuestro Padre Celestial y vivir con Él para siempre.

El Salvador deseaba ayudar a los demás a sentir paz. ¿Cómo podemos promover nosotros también la paz en nuestras relaciones?

El élder Ulisses Soares, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “Al esforzarnos por desarrollar atributos como los del Salvador, podemos llegar a ser instrumentos de Su paz en el mundo, según el modelo que Él mismo estableció”2.

Desarrollar los atributos de Cristo es una manera de hallar paz en las relaciones con los demás y con nosotros mismos. A continuación se dan algunos ejemplos de cómo Jesucristo utilizó Sus atributos para compartir Su paz.

La caridad y el amor

Cuatro días después de la muerte de Lázaro, Jesús acudió a María y a Marta mientras ellas comenzaban el duelo. Aunque sabía que estaba a punto de levantar a Lázaro de entre los muertos, tuvo gran compasión por ambas hermanas, y “lloró Jesús” (Juan 11:35). Demostró un gran ejemplo de cómo actuar con amor puro y estar dispuesto a “llorar con los que lloran” (Mosíah 18:9).

El presidente Russell M. Nelson declaró: “El amor puro de Cristo es la respuesta a la contención que nos aflige en la actualidad. La caridad nos impulsa a ‘llevar las cargas los unos de los otros’ [Mosíah 18:8] en lugar de apilar las cargas los unos sobre los otros. El amor puro de Cristo nos permite ‘ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas’ [Mosíah 18:9], especialmente en las situaciones tensas. La caridad nos permite demostrar cómo hablan y actúan los hombres y las mujeres de Cristo, especialmente cuando somos atacados”3.

No importa la situación en la que nos encontremos, podemos elegir ver a los demás, y a nosotros mismos, como hijos de Dios. Aunque quizás no entendamos perfectamente lo que otras personas están atravesando o quizás tengamos un entendimiento diferente al de otra persona, podemos seguir amándolos y sirviéndoles con caridad y compasión semejantes a las de Cristo.

El perdón

Mientras sufría en la cruz justo antes de Su muerte, Jesús dijo de aquellos que lo estaban crucificando: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

En la vida, los demás pueden lastimarnos, y a veces somos nosotros los que causamos dolor a los demás. Si no se tratan, esas dolorosas experiencias pueden dañar nuestras relaciones. Mediante la Expiación de Jesucristo podemos recibir la fuerza para tener la paciencia de perdonar y buscar el perdón. Al hacerlo, los demás y nosotros mismos podemos experimentar y compartir la paz y el amor que Cristo ofrece.

El presidente Nelson enseñó: “El perdón no es solo un acto único, sino un proceso continuo que requiere paciencia, compasión y comprensión. No siempre es fácil perdonar a quienes te han lastimado. Puedes recibir fortaleza de Jesucristo […]. Te invito a recordar el principio de setenta veces siete y a extender el perdón a alguien que te haya hecho daño. Al hacerlo, Jesucristo te aliviará de la ira, el resentimiento y el dolor. El Príncipe de Paz te brindará paz”4.

Es importante recordar, especialmente en los casos de abuso o maltrato, que “el perdonar no significa olvidar que la ofensa se produjo o pretender que nunca sucedió. No significa que vaya[s] a permitir que el abuso continúe, ni que sea posible que todas las relaciones se puedan reparar. El perdonar a alguien no significa que el agresor no tendrá que rendir cuentas por sus acciones; significa que el Salvador puede ayudar[t]e a dejarlo todo atrás”5.

Al esforzarnos por desarrollar atributos semejantes a los de Cristo, podemos utilizarlos para fortalecer la paz en nuestras relaciones.

El presidente Nelson dijo:

“A medida que sigamos al Príncipe de paz, nos convertiremos en Sus pacificadores […].

“Si se toman en serio el ayudar a recoger a Israel y edificar relaciones que perduren por todas las eternidades, ahora es el momento de dejar de lado el rencor. Ahora es el momento de dejar de insistir en que las cosas se hagan a su manera y de ninguna otra. Ahora es el momento de dejar de hacer cosas que llevan a los demás a tener mucho cuidado por miedo a que ustedes se molesten. Ahora es el momento de que entierren sus armas de guerra [véanse Alma 24:19; 25:14]. Si su arsenal verbal está repleto de insultos y acusaciones, ahora es el momento de deshacerse de él [véase 1 Corintios 13:11]. Y se levantarán como un hombre o una mujer de Cristo espiritualmente fuerte”7.

Al llegar a ser pacificadores, podemos ser testigos de cómo otras personas cosechan las bendiciones que provienen del Príncipe de Paz, nuestro Salvador Jesucristo.