Liahona
¿Qué más podía hacer por mis hijas?
Abril de 2024


“¿Qué más podía hacer por mis hijas?”, Liahona, abril de 2024.

Voces de los Santos de los Últimos Días

¿Qué más podía hacer por mis hijas?

Quería fortalecer espiritualmente a mis hijas, así que acudí al Padre Celestial en oración.

Imagen
Niñas mirando una tableta

Fotografía por cortesía de la autora

Enseño en la misma escuela a la que asisten mis hijas. Todos los días, tenemos que salir juntas a las 6:00 h. Cuando llegamos, yo voy a mi salón de clases y ellas a sus salones.

Después de la escuela, nos apresuramos por llegar a casa, comemos y vamos a otras actividades, como las actividades de Mujeres Jóvenes y las lecciones de música. Mi esposo es el presidente del cuórum de élderes, así que también está muy ocupado.

Empecé a sentir que nuestra familia estaba demasiado ocupada. No teníamos tiempo para conversaciones personales e íntimas sobre el Evangelio, excepto los domingos.

Quiero que mis hijas desarrollen fuertes testimonios del Salvador Jesucristo y de Su Evangelio, comenzando ahora, mientras son niñas y jóvenes. Como sus padres, mi esposo y yo sabemos que esa responsabilidad nos pertenece (véase Doctrina y Convenios 68:25). Decidí orar sobre ello.

“Además de llevar a cabo la noche de hogar y de llevar a nuestras hijas a la iglesia”, le pregunté al Padre Celestial, “¿qué más podemos hacer?”.

La respuesta que recibí fue leer las Escrituras por la mañana y escuchar música. Así que, de camino a la escuela cada mañana en nuestro vehículo, comencé a reproducir himnos y otra música apropiada. Luego, durante unos minutos después de llegar a la escuela, comenzamos a leer las Escrituras juntas, a hablar del Evangelio y a orar antes de dirigirnos a clase. Incluso mi hija de cinco años quería participar.

Es hermoso ver a mis hijas leer y testificar de Jesucristo, y ver a mis hijas mayores, de nueve y doce años, ayudar por voluntad propia a la menor, de cinco años, a leer las Escrituras.

Después de agregar nuestro breve devocional a nuestra alocada rutina matutina, pregunté a mis hijas: “¿Qué opinan?”. Sus respuestas conmovieron mi corazón.

“Hoy tuve una prueba y estaba muy nerviosa”, respondió una de ellas. “Pero recordé lo de esta mañana, que podíamos pedir ayuda a Dios. Hice una oración en mi corazón, pidiéndole que me ayudara a estar tranquila y Él me ayudó”.

Otra dijo: “Mamá, conozco a una niña con la que nadie habla. Recordé nuestro devocional de que Dios ama a todos, así que decidí hablar con ella y ser su amiga”.

Estoy muy agradecida al Padre Celestial por ayudarme a cumplir mejor con mi función como madre. Sé que Él contesta las oraciones y nos ha dado el Evangelio para hacernos felices.