Liahona
“Y aconteció que vivimos de una manera feliz”
Enero de 2024


Mensaje de los líderes de Área

“Y aconteció que vivimos de una manera feliz” (2 Nefi 5:27)

Todos nosotros generalmente conmemoramos dos cumpleaños, el nuestro y el del nuevo año que comienza. Con el transcurso de los años, al nuestro, a veces, le comenzamos a restar importancia, sin embargo, la conmemoración del inicio de un nuevo año nunca lo dejamos de festejar.

De niño, en mi ciudad natal, solía escuchar el repique de las campanas despidiendo el año viejo.

En ese entonces para mí, el paso del tiempo no era importante, pero a medida que los años iban pasando era inevitable que mi mente viajase a través de los doce meses que habían pasado y se dibujasen en mi mente, todo lo realizado, o dejado de realizar, todo lo sufrido y lo gozado.

Hoy, que soy más consciente del tiempo y de que somos sus mayordomos, el comienzo de un nuevo año y su conmemoración han adquirido una mayor relevancia para mí.

El profeta Jacob, nieto de Lehi, expresó: “El tiempo se nos ha pasado, y nuestras vidas también han pasado como si fuera un sueño” (Jacob 7:26).

Tal vez deberíamos mirar atrás por un momento y preguntarnos: ¿Qué hice el año pasado? ¿Cuáles fueron mis mayores logros, especialmente en el desarrollo de mi carácter al incorporar los atributos de Cristo?

Después de esta reflexión, céntrate en el presente y visualiza el futuro con esperanza y entusiasmo.

El comenzar un nuevo año, nos llena con la esperanza de un nuevo comienzo. Al dejar atrás un año cargado de emociones diferentes, el inicio de uno nuevo renueva la confianza en ese “ahora sí” o “este año es el año”.

Es bueno pensar de esa manera y llenar nuestro interior de la confianza que nos impulsará y encaminará hacia el logro de nuestros objetivos.

Uno de los componentes para establecer esas metas está relacionado con los principios del Evangelio.

No es difícil comprender los principios del Evangelio y ver sus valores y los beneficios de esos principios cuando los aplicamos a nuestra vida.

La doctrina de Cristo resume algunos pasos necesarios para cubrirnos con un manto de protección y esperanza.

Esta define el propósito final del Evangelio:

“A menos que el hombre persevere hasta el fin, siguiendo el ejemplo del Hijo del Dios viviente, no puede ser salvo” (2 Nefi 31:16).

Más tarde, el profeta Nefi planteó positivamente esta invitación o tarea de “perseverar hasta el fin”:

“Por tanto, debéis seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres. Por tanto, si marcháis adelante, deleitándoos en la palabra de Cristo, y perseveráis hasta el fin, he aquí, así dice el Padre: Tendréis la vida eterna” (2 Nefi 31:20).

En este versículo, Nefi añadió palabras de aliento como esperanza y amor, así como la invitación de poner a Cristo en el centro de nuestras vidas y, con ello, cumplir los dos primeros mandamientos:

Amar a Dios y amar y servir a nuestro prójimo.

El fruto de todo este esfuerzo persistente será la vida eterna.

Perseverar hasta el fin significa confiar en los méritos del Salvador, vivir con esperanza y alegría cada día y ver a los demás como nuestro Padre ve a cada uno de Sus hijos e hijas, sin diferencias raciales ni socioeconómicas.

Debido a que el Evangelio es verdadero, sé que nuestro Padre Celestial nos ama sin distinción.

Cada uno de nosotros puede hacer lo mismo, y así, a través de ese amor, podremos alcanzar la meta eterna preparada para aquellos que perseveren hasta el fin, a fin de vivir juntos y para siempre con nuestras familias.

El élder Bednar enseño:

“El propósito básico de todo lo que enseñamos y hacemos en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es poner a disposición la autoridad del sacerdocio y las ordenanzas y convenios del Evangelio, que permiten que un hombre, una mujer y sus hijos sean sellados juntos y feliz en casa”1.

El élder Packer enseñó:

“Nuestro propósito final es unir a padres e hijos en la fe en el Señor Jesucristo para que sean felices en el hogar, sellados en un matrimonio eterno, unidos a sus antepasados y seguros de la exaltación en la presencia de nuestro Padre Celestial”2.

Recuerda que vivir el Evangelio de Jesucristo diariamente, asistir semanalmente a la Iglesia y servir en el templo nos dará el poder de cambiar nuestro entorno y la fuerza para seguir adelante.

El presidente Russell M. Nelson enseñó:

“Ahora bien, a cada miembro de la Iglesia le digo: Manténgase en la senda de los convenios. Su compromiso de seguir al Salvador, haciendo convenios con Él y luego guardando esos convenios, abrirá la puerta a cada privilegio y bendición espirituales que están disponibles para las mujeres, los hombres y los niños en todas partes. Como una nueva presidencia, queremos empezar con el fin en mente.

“Las ordenanzas del templo y los convenios que ustedes hacen allí son claves para fortalecer su vida, su matrimonio, su familia y su capacidad para resistir los ataques del adversario. Su adoración en el templo y el servicio que presten allí por sus antepasados los bendecirá con mayor revelación personal y paz, y los fortalecerá en su compromiso de mantenerse en la senda de los convenios”3.

Queridos hermanos y hermanas, con el propósito de mirar hacia Él y progresar, les invito a tomar hoy la resolución de aplicar los principios simples del Evangelio y manifestarlo al Señor, diciendo:

  • Hoy leeré y usaré las Escrituras con regularidad para mi beneficio e instrucción (1 Nefi 19:23).

  • Hoy oraré individualmente y como familia. Usaré el consejo del Señor: “Consulta al Señor en todos tus hechos, y él te dirigirá para bien” (Alma 37:37).

  • Hoy decidiré participar de la Santa Cena semanalmente (D. y C. 20:75).

  • Hoy serviré y ayudaré a alguien ministrando a las familias asignadas o haciendo el bien a los demás (D. y C. 81:5; D. y C. 84:106).

• Hoy creeré en las promesas y bendiciones de ser un pagador de diezmo íntegro y obedeceré dicha ley (Malaquías 3:8–11).

  • Hoy decidiré obtener mi recomendación para el templo y convertirme en un participante habitual llevando los nombres de mis antepasados, a fin de llegar a ser salvador en el monte Sion (Abdías 1:21; D. y C. 137:7–9).

En resumen, hoy seré un mejor discípulo del Salvador; creeré en Cristo y en la sencillez y veracidad de Su Evangelio (Moroni 10:33–34).

Ralph Waldo Emerson escribió: “Lo que persistimos en hacer se vuelve fácil de hacer, no porque la naturaleza de la tarea haya cambiado, sino porque nuestro poder para hacerla ha aumentado”.

Este poder comienza con el deseo, la resolución y el esfuerzo continuo para alcanzar las metas establecidas. De ahí a lo largo de nuestra vida, y no solo al final, podremos disfrutar de la paz que se obtiene mediante la obediencia a los principios del Evangelio.

Queridos hermanos y hermanas recuerden la invitación y la promesa que el profeta Alma le hizo a su hijo Helamán:

“Pues he aquí, tan fácil es prestar atención a la palabra de Cristo, que te indicará un curso directo a la felicidad eterna” (Alma 37:44).

Queridos hermanos y hermanas, jóvenes y niños, hoy es el momento de centrar sus vidas en el Salvador y vivir cada día de manera tal que puedan tener la confianza de que nuestro Padre Celestial aprobará sus acciones.

Entonces podremos decir, como Nefi, durante este año de nuestro viaje terrenal, y no solo al final de este:

“Y […] vivimos de una manera feliz” (2 Nefi 5:27).

Testifico que nuestro Padre Celestial nos ama, nos conoce por nuestro nombre y se preocupa por nosotros.