Liahona
Un tesoro inestimable: El Libro de Mormón
Abril de 2024


Mensaje de los líderes del Área

Un tesoro inestimable: El Libro de Mormón

Me presentaron el Libro de Mormón cuando tenía veintiún años, era un joven misionero de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Poco sabía yo del impacto increíble que este libro tendría en mi vida. Treinta y cuatro años después, me maravillo y solo puedo expresar la más profunda gratitud por este tesoro que encontré.

Fue escrito por antiguos profetas que abandonaron Jerusalén unos 600 años antes de Cristo en busca de una tierra prometida, que resultó ser América. El libro, resumido por el profeta llamado Mormón, relata la historia de los descendientes de Israel elegidos por el Señor para ser un segundo testigo de la misión divina de Cristo y el gran Plan de Salvación de nuestro Padre Celestial.

Hoy quiero repasar cómo este libro me ha llevado a Cristo y ha traído una esperanza brillante y la certeza de que Dios vive, guiándome hoy y cada día de mi vida.

Moroni, hijo del profeta Mormón y último escritor del libro, nos promete que podemos conocer la divinidad de este libro; él dijo: “Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo”1.

¡Qué declaración audaz hace Moroni al lector! Con una certeza perfecta de que Dios vive y responderá seguramente al buscador sincero, promete que conocerás por ti mismo si este libro es de Dios. Millones de personas han aceptado esta invitación y pueden atestiguar de su veracidad. En mi caso, mi búsqueda para saber si este libro era verdaderamente de Dios comenzó leyéndolo. Al seguir el viaje de Lehi y su familia desde Jerusalén hasta la tierra prometida, sus experiencias e interacciones con Dios me inspiraron. Yo mismo necesitaba orientación y podía ver cómo Nefi tenía una fe perfecta de que el Padre Celestial respondería sus oraciones cuando enfrentara adversidades. También podía ver cómo su determinación era clave para que recibiera del Señor.

Nefi, después de escuchar las enseñanzas de su padre, dijo: “Y aconteció que después que yo, Nefi, hube oído todas las palabras de mi padre concernientes a las cosas que había visto en su visión, y también las cosas que habló por el poder del Espíritu Santo, poder que recibió por la fe que tenía en el Hijo de Dios —y el Hijo de Dios era el Mesías que habría de venir— yo, Nefi, sentí deseos de que también yo viera, oyera y supiera de estas cosas, por el poder del Espíritu Santo, que es el don de Dios para todos aquellos que lo buscan diligentemente, tanto en tiempos pasados como en el tiempo en que se manifieste él mismo a los hijos de los hombres”2.

Luego demostró su fe. Se sentó reflexionando sobre lo que había aprendido y, orando, dijo: “Pues sucedió que después que hube deseado conocer las cosas que mi padre había visto, y creyendo que el Señor podía hacérmelas saber, mientras estaba yo sentado reflexionando sobre esto, fui arrebatado en el Espíritu del Señor, sí, hasta una montaña extremadamente alta que nunca antes había visto, y sobre la cual nunca había puesto mis pies”3.

Aprendí que la actitud correcta al acercarse a Dios es creer que el Señor puede darte a conocer las cosas. Reflexiona, ora y siéntate en silencio para escuchar Su voz. Al principio, no la escuché, pero a medida que continuaba leyendo, el Espíritu de Dios, “el Espíritu Santo”, como lo llama Nefi, ablandó mi corazón poco a poco y sentí Su influencia reconfortante. Me sentí inspirado y tuve un mayor deseo de saber. Oré, esperando que el Señor viniera a visitarme. Poco sabía que ya había empezado a visitarme, enviando esos sentimientos a mi corazón. Había empezado a encender un pequeño fuego en mi alma. En innumerables versículos, el Señor me habló, asegurándome que quería hablar conmigo si le permitía preparar el terreno y ablandarlo para plantar una semilla que brotaría hasta convertirse en un conocimiento seguro de Su amor infinito, cuidado y deseo de revelarse a todos Sus hijos.

Nefi, una vez más, habiendo obtenido una mayor seguridad en esas cosas, dijo: “Los ángeles hablan por el poder del Espíritu Santo; por lo que declaran las palabras de Cristo. Por tanto, os dije: Deleitaos en las palabras de Cristo; porque he aquí, las palabras de Cristo os dirán todas las cosas que debéis hacer. Por tanto, si después de haber hablado yo estas palabras, no podéis entenderlas, será porque no pedís ni llamáis; así que no sois llevados a la luz, sino que debéis perecer en las tinieblas4.

Nefi expone claramente lo que debes hacer para escuchar la voz del Señor:

  1. Aliméntate con las palabras de Cristo.

  2. Pregunta, llama y serás llevado a la luz. Si no lo haces, debido a tus dudas, permanecerás en la oscuridad.

Luego nos asegura nuevamente en el versículo 5: “Porque he aquí, os digo otra vez, que si entráis por la senda y recibís el Espíritu Santo, él os mostrará todas las cosas que debéis hacer5.

El Espíritu Santo ha sido mi guía en el camino del convenio que lleva a la presencia de Dios y, como Nefi, Moroni, todos los demás profetas del Libro de Mormón y todos los testigos vivientes de Cristo y Su Evangelio, quiero invitar a todos a venir a Cristo.

Doy testimonio de que el Libro de Mormón es una herramienta que el Señor ha preparado en estos últimos días para ayudar a todos Sus hijos a encontrar el camino y avanzar para conocerlo y vivir una vida llena de esperanza y certeza de Su amor y presencia, para enfrentar las adversidades y pruebas de esta vida y ayudarnos a vencer al mundo.

Notas

  1. Moroni 10:4.

  2. 1 Nefi 10:17.

  3. 1 Nefi 11:1.

  4. 2 Nefi 32:3–4, cursiva agregada.

  5. 2 Nefi 32:5, cursiva agregada.