Liahona
De una dirección equivocada, al corazón y a la eternidad
Marzo de 2024


Voces de los miembros

De una dirección equivocada, al corazón y a la eternidad

Como familia tuvimos pruebas fuertes después de haber tomado esa decisión, pero esas pruebas se convirtieron en experiencias sagradas.

Años atrás, me sentía bendecida, pero mi felicidad tenía un límite. Al meditar sobre la razón, no logré encontrar una respuesta. Dios, en Su misericordia, tenía un plan preparado para mí y mi familia. Todo empezó cuando con mi esposo estábamos de compras, tuvimos una conversación amena con unos misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Cuando nos pidieron continuar con la conversación y visitarnos en nuestra casa, mi esposo accedió con una fecha y lugar, pero intencionalmente les dio una dirección incorrecta.

El día indicado llegó, para mi sorpresa los misioneros tocaron a la puerta, ¿cómo eraposible que estuvieran allí? Al inicio recibimos el mensaje en el corredor de la casa, luego con el tiempo pasamos a la cocina, después a la sala, finalmente a nuestra mente y corazón.

En el momento que comencé a escuchar el mensaje, supe en mi corazón que lo que faltaba en mi vida era el Evangelio, el poder vivir como familia por convenio con nuestro Padre Celestial. Sabía que lo que me enseñaban era verdad y creció en mí la determinación de siempre ser fiel a las cosas que aprendía y a los convenios. Sé que el Padre Celestial ama a Sus hijos e hijas y les ayuda preparando sus corazones para recibir el Evangelio con las ordenanzas y convenios y así poder volver a Su presencia.

Oré para recibir una respuesta a la invitación de ser bautizada, de antemano sabía que era lo correcto. Continué aprendiendo, preguntando, aplicando y creciendo a través de la luz del Evangelio. En marzo de 2012 fui bautizada. Como familia tuvimos pruebas fuertes después de haber tomado esa decisión, pero esas pruebas se convirtieron en experiencias sagradas. Vi la mano del Señor guiándome, consolándome y motivándome a vivir el Evangelio.

Sé que en el Libro de Mormón adquirimos un conocimiento personal de nuestro Padre Celestial. Sé que el poder de los convenios del sacerdocio y el Evangelio de Jesucristo son el camino para poder alcanzar como familia todas las bendiciones prometidas por nuestro amoroso Padre Celestial. Esa verdad, ese sentimiento y esa confirmación constante me dan la paz, la fuerza para luchar, vivir y disfrutar del Plan de Salvación.